Vigo gana a A Coruña en rosarios
Solo el 1,28% de las coruñesas, lo que se traduce en 1.278, lleva este nombre

El 7 de octubre se celebra la festividad de la patrona de A Coruña, la Virgen del Rosario. Más allá de la polémica sobre si hay que desvestir a una virgen para vestir a un santo y si debe ser festivo siempre, incluso a costa de trabajar en San Juan, lo cierto es que cada vez hay menos coruñesas que lleven este nombre.
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), del año 2024, en la ciudad hay registradas un total de 1.278 mujeres (porque también hay hombres con este nombre) que se llaman Rosario. Suponen el 1,28% del total, un porcentaje bastante bajo si lo comparamos, por ejemplo, con las que se llaman Pilar en Zaragoza, donde rondan el 10%.
Hay más en Vigo, Pontevedra y Ourense
El número es pequeño pero lo curioso es que en Vigo hay más rosarios que en A Coruña. En total, en la ciudad olívica hay 1.625 mujeres con este nombre, lo que supone el 1,63% de todas las viguesas. Pero también nos ganan en rosarios otras dos ciudades gallegas, más pequeñas incluso que A Coruña: Pontevedra, en donde hay 1.574, y Ourense, con 1.607.
Lo cierto es que cada vez hay menos coruñesas que celebran su onomástica el 7 de octubre. En las gráficas históricas del INE se muestra que, a nivel nacional, el mayor esplendor de este nombre se produjo entre los años 1950 y 1970 aunque, desde entonces, ha ido siempre a menos. De hecho, la edad media de las mujeres que se llaman así en España es de 66,8 años.
Rosario Buxens: "Tiene mucha personalidad, pero no conozco a nadie de mi edad que se llame así"
Rosario Buxens (A Coruña, 2002) es una de las pocas coruñesas nacidas en este siglo que llevan el nombre de la patrona de la ciudad. "Me lo pusieron por la abuela de mi padre y la hermana de mi padre, que también se llaman así, es una tradición familiar", explica.
Reconoce que, de niña, no le "gustaba nada" su nombre y que hacía que sus compañeros en el colegio, al ver que terminaba con la letra o, muchas veces pensaran que era un niño. Sin embargo, con el tiempo ha cambiado su punto de vista. "Creo que tiene mucha personalidad", afirma.
Eso tiene que ver, en parte, con el hecho de que tenga muy pocas tocayas, cada vez menos. "En el colegio no había nadie que se llamara así y, de hecho, creo que de mi edad no conozco a nadie", confiesa. Las razones de que las rosarios vayan a menos, las encuentra en que sea "un nombre tan largo" y que evoca, más bien, a una persona mayor, lo que lleva a los padres hoy en día a buscar opciones más modernas. Pero ella lo tiene claro: "Yo estoy encantada, porque así es más único".
Este siete de octubre celebrará su onomástica, como suele ser habitual: "Tenemos mucha tradición de celebrar los santos en familia y esta noche voy a salir a cenar".
Sobre si mantendría la tradición familiar y le pondría ese nombre a una hija suya, Rosario Buxens cree que no. "Pero no porque no sea bonito --explica-- sino porque no me gusta seguir la tradición de los nombres".

