Los combates de robots desbordan el salón de actos de la Domus
Casi mil personas acudieron a la Casa del Hombre de A Coruña para participar en la feria de tecnología abierta de BricoLabs

Quizá un día no muy lejano se vuelvan las tornas con esto de la Inteligencia Artificial (IA) pero, de momento, los que lucharon a muerte fueron los robots para el divertimento de los espectadores de la Casa del Hombre, desbordando el aforo disponible en el salón de actos. BricoLabs, la asociación organizadora del evento, ha registrado hoy sábado a algo menos de mil visitantes y cerca de unos 70 concursantes en una de sus ediciones más populares.
Es cierto que el mal tiempo (lloviznó durante todo el día) y el partido del Deportivo ha disuadido a algunos, pero los verdaderos competidores no han desperdiciado la ocasión. Muchos habían estado preparando a sus robots durante semanas, sino meses, habían armado a sus aparatos con toda clase de armas terribles, como bolas con cadenas, hélices o espátulas y había venido a por todas: no saltó la sangre, pero sí las chispas.

La OSHWDem o feria de tecnologías abiertas, en español, es mucho más que el combate de robots. Se trata de reunir a inventores, profesionales de la tecnología o simples aficionados para compartir proyectos. Naturalmente, tiene una vertiente muy divulgativa y eso se refleja en su público muy familiar que recorrieron la exposición maker, donde se podía admirar muchas pequeñas maravillas de la tecnología.
También se ofrece un taller de soldadura a cargo de Manuel Miramontes, que se mostró satisfecho por la acogida que ha tenido este evento, a pesar de que cumple esta era XIII edición. Sin embargo, ni los físicos ni ingenieros destacan por ser especialmente supersticiosos. “No ha sido un éxito rotundo, pero está muy bien”. apunta Miramontes.

El ambiente es muy animado, y los competidores se esforzaron en darlo todo, como el equipo Manolete, que lucía cascos vikingos para la ocasión (por aquello del factor psicológico) estuvieron entre los más aplaudidos, como también lo estuvieron dos hermanos de corta edad que se enfrentaron entre ellos en un incruento combate con robots patitos.
“Está muy verde”, se preocupaba Aitor Gaspar por su robot, poco antes de que comenzara el torneo. Para no pasarse del límite de peso 450 gramos, no pudo ponerle carcasa. El tiempo le dio la razón: fue el primero en caer.

