LA ERÓTICA DEL DELINCUENTE

Las quinceañeras que suspiraban por el rebelde del instituto –el pitillo en la mano y la indiferencia, apenas las mira o cruza con ellas dos palabras– han crecido para convertirse en grupis de delincuentes. Son las que no descubrieron con el tiempo que el chaval no hablaba porque no tenía nada que decir, que el presunto misterio era ensimismamiento de pura simpleza y que sus aspiraciones de grandeza se toparon con el sofá de casa de su madre, de donde aún no se ha levantado, entregado a los videojuegos y con su eterno chándal. Aunque quizá tampoco les importe, mientras siga teniendo esos ojos azules y el hoyuelo en medio de la barbilla.
Dicen que las mujeres se pierden por los hombres malos porque creen que pueden cambiarlos. El chico peligroso que al final de la película es un trabajador respetable y un novio fiel. Y un portento físico, condición indispensable que eclipsa la vileza del sujeto en cuestión. Una sonrisa cautivadora sirve para disculpar un atraco a mano armada. Y Ahí está Jeremy Meeks, con el título de delincuente más sexy del mundo, que suma las fans por miles. Sus salvadoras luchan contra la injusticia de que su objeto de deseo esté entre rejas con sugerencias a los grandes diseñadores para que conviertan al ladrón en modelo mientras colaboran en la recogida de fondos para pagar su fianza. En el país de las oportunidades todo es posible. El millón de dólares que ha impuesto el juez y el hecho de que la Policía lo considere uno de los criminales más peligrosos de California no son más que minucias.
Es la erótica del delincuente. Esa combinación de ser atormentado y transgresor que tiene su propia moral y no se asusta ante nada. Un personaje de serie de éxito. Pero sin pistola de atrezzo ni guion. Solo maldad que, al parecer, es menos mala si va adornada con un buen aspecto. No necesitamos más que unos ojos bonitos y unos labios gruesos para perdonar y olvidar. Es la confirmación de que nos volvemos más tontos por momentos. Temo que de aquí a unos días empiecen las manifestaciones: Liberad a Jeremy. Porque es un tipo guapo con todas las letras y merece una segunda oportunidad. Y una tercera, una cuarta... todas las que sean necesarias mientras le dure la belleza. El sistema está de su lado. Hace décadas que las personas atractivas reciben mejor trato en los tribunales estadounidenses. Por lo visto, cuesta más condenar a un criminal si parece el póster central de una revista. Quién iba a imaginar que lo de que la justicia debe ser ciega era por esto.

LA ERÓTICA DEL DELINCUENTE

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