Vuelve la adrenalina

La pasada semana ha tenido de todo menos normalidad. La falta de fútbol ha descolocado a más de uno, que no ha sabido qué hacer ante la ausencia de esa adrenalina que nos lleva a vivir situaciones extremas y que, en circunstancias de máxima tensión futbolística, me aseguran, suele aumentar la presión sanguínea, el ritmo cardíaco, la cantidad de glucosa en la sangre, acelerar el metabolismo…. Cuanta amargura y ansiedad nos hemos evitado con tan solo un fin de semana en el que nuestro Deportivo ha tenido descanso debido a los amistosos de la selección española. La Liga vuelve y lo hace para rendir visita a un Málaga hundido en la cola y propicio para que este Dépor sepa rentabilizar esas buenas sensaciones de las últimas jornadas.
Lo que también está por ver es cómo le han sentado a los jugadores esta semana de relax. Los futbolistas no son robots y sus sentimientos tienen variaciones dependiendo de su estado de ánimo, igual que sus formas de afrontar cada partido, sin olvidarme que se podrían añadir causas externas y que a veces están fuera de su control, como pueden ser tormentas depresivas y preocupaciones ajenas al fútbol, y hasta otras que dependen de cómo desarrollen sus habilidades y estado físico.
Quiero decir con ello, y no descubro nada nuevo, que cada futbolista es un mundo. Igual que usted y un servidor. Las comparaciones aunque no son equiparables tienen mucho de similitud por la sensación de pesadez y torpeza que surgen en ocasiones teniendo en cuenta que las responsabilidades no son las mismas. Hablamos de fútbol. Hablamos de resultados. De sumar puntos. Y también de triunfos y derrotas. De quien es considerado titular y quien lleva la suplencia como puede y sobre todo a regañadientes. De quien se emplea a fondo en el trabajo diario y quien está en la inopia porque se ve incomprendido viendo que su sacrificio no tiene el reflejo positivo de verse titular a pesar de llegar al límite del esfuerzo tolerable. Solo hablamos de fútbol. Con su gran dosis de realidad e incomprensión. Es su incuestionable grandeza.

Vuelve la adrenalina

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