Un Deportivo sin crédito

aestas alturas de la película no sé si hablar del fútbol o encaminar mi comentario a temas más divertidos y sin trascendencia que me hagan la vida más agradable. Pero tengo que volver a lo mismo. Me lo pide el cuerpo. A hablar de un Deportivo, que, en términos automovilísticos, está seriamente gripado. Y lo que no sabemos es si esto tiene arreglo o la avería de su motor puede derivar en un claro destino hacia el desguace.
La situación vuelve a ser sorprendentemente angustiosa porque volvemos a hablar de los fallos y carencias de siempre a pesar de que soy de los que sigo diciendo que el equipo salvará la categoría aunque el Sporting y Leganés no hayan dicho la última palabra.
Indudablemente, jugando como lo hizo el Deportivo en la primera mitad ante el Espanyol, no vamos a ninguna parte. Estamos en un momento en que lo primordial es sumar. Lo de jugar bien al fútbol se lo dejamos para otros. Hoy en día eso no interesa porque el fútbol que despliega el Dépor es maleante y su juego una cortina de humo. Frente a los catalanes, que ya habían advertido que no iban a regalar nada, se repitió el fútbol sin radar de los deportivistas quienes doblaron con creces la tasa habitual de torpeza individual y de aquella presión feroz que era virtud en los primeros partidos de la era Pepe Mel, pasándose a una exagerada pasividad acompañada de falta de protagonismo en el toque y continuación, con una defensa que se ha olvidado de dar un pase más como en los buenos ataques que se prodigan en el baloncesto. La pifia de Arribas resultó clave en el desenlace del choque porque el equipo mantuvo su empanada en el primer período que fue cuando más aparecieron las dudas. En la continuación, mucho amor propio pero escasa chispa. Y al final, más de lo mismo. Enfado monumental de una afición que tiene la sensación, una vez más, que se le está tomando el pelo aunque esto puede solucionarse puntuando en Villarreal. Cerremos los ojos y soñemos.

Un Deportivo sin crédito

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