Entre la musiquilla de Amaia Montero y Alaska

Estamos viviendo una época de enorme crispación derivada por el momento político en que nos estamos moviendo en los últimos tiempos. Evidentemente, mi cabeza no está en el País de las Maravillas porque no vivo en un mundo de fantasía. Soy realista porque no me queda más remedio y con el suficiente sentido para reflejar y denunciar lo que siento. Hablar ahora de pactos políticos, sería como volverse loco. Este es un galimatías que cada vez comprendo  menos.
Lo mismo que querer saber por qué cuando uno pretende pedir vez para la consulta de su doctora de cabecera y por una o miles razones le dicen que no está. Y que tampoco será sustituida. Las preguntas que me hago son infinitas, sobre todo viendo cómo está la Sanidad gallega en los últimos tiempos que me acaban dejando perplejo. Me remito a las últimas protestas de sus profesionales en los diferentes centros de nuestra ciudad y también en otras capitales de nuestro país, fiel reflejo, por cierto, de los diferentes reportajes que leo en la prensa local y especialmente en la revista Interviú, que me preocupan soberanamente.
Volviendo a la cita con mi doctora de cabecera, llegar a conocer los motivos de esas ausencias me ha costado lo suyo. Llamadas al Sergas. Al Chuac. Al teléfono del paciente impaciente como diría la “boti” García. Teléfonos que no existen. Otros en los que nadie decide responder. Musiquillas que acompañan tu desesperante espera donde las canciones de Amaia Montero y especialmente Alaska tratan de hacerte la espera más llevadera. Hasta que, por fin, alguien decide responder. Le explico mi preocupación. Es como si hablase en chino. No sabe nada. Que sus palabras las lleva el viento.
Me derivan a otro número. Vuelta a empezar. Hablo con una mujer que me explica el procedimiento: reclamar por escrito. “Perdona que insista en hablar con alguien que tenga responsabilidades”. Y ella en que interpele por escrito. Y yo, erre que erre. Supongo que exasperada, me cuelga. Me deja con la palabra en la boca. Me sentí fatal. Por no decir una soez.
Vuelta a llamar. Más musiquilla. Más Alaska. Por fin, en Secretaría, Ángela Mondelo, muy correcta y comprensible, me explica que hay muchas bajas, que las agendas se han recortado, que hay muchos profesionales de vacaciones y que no hay sustitutos a tiempo completo. Pero que no me preocupe, en unos días otra doctora me atenderá en mi ambulatorio. Y así fue. Es lo que hay. O lo que me cuentan. El debate sigue abierto.  

Entre la musiquilla de Amaia Montero y Alaska

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