EL FÚTBOL SE HA VUELTO LOCO

Parece que estamos viviendo la sinrazón en el mundo del fútbol. Y aunque no me gusta mezclar las churras con las meninas de Velázquez, en esta ocasión, me atrevo a hablar del terremoto futbolístico que se originó con motivo de la final de la Copa del Rey que disputaron en el Camp Nou el Barça y Athletic y donde. por cierto, de fútbol se habla lo justo y sí de la pitada monumental que se ha producido cuando sonaba el himno español.
Lo cierto es que no me ha causado ninguna sorpresa porque ya se daba por hecho. La Comisión Antiviolencia, a la que le faltaron muchos “cataplines” para tomar decisiones, no sancionó a nadie. Y no creo que lo haga. Porque, de entrada, ha pasado la patata caliente a la Fiscalía para que decida. Y seguro que también pasará de largo. Porque esta historia ya se ha repetido otras veces y todos han mirado para otro lado.
 Que nadie olvide que esa masiva pitada, donde las haya, no es ilegal, pero sí amoral. Lo que sí me parece de nota es la sensación de burla de ese señor tan desagradable que me resulta Artur Mas. Igual que la del ministro Wert. Y Villar ya no digamos. También se habla de la actitud del rey Felipe VI. Para muchos, su paciencia y su desafío a mantenerse impertérrito ante semejante ofensa, ha originado más que una crítica.
Yo he tenido amigos vascos y catalanes. Y siempre me han tratado con enorme respeto. Nunca estuve en Bilbao, pero sí en Barcelona, que me parece una ciudad preciosa y donde la cortesía de sus habitantes me llamó poderosamente la atención. Ya lo dije en alguna ocasión. Si los catalanes se quieren ir de España, que se vayan. Si no quieren jugar la Copa del Rey, que no la jueguen. Si no quieren jugar la Liga española, que no lo hagan. Que nos dejen en paz.
También escuché en televisión, y me pareció duro, que con la actitud de las aficiones que se citaron en el Camp Nou, se está sembrando el odio entre los más jóvenes contra España. Rotundamente no. Ese no es camino. Hay que saber separar el fútbol de la política.
Hay que hablar. El diálogo es esencial para que las personas se entiendan. Y aquí entran en juego quienes nos gobiernan y quienes rigen los destinos del fútbol. Que cada uno se mire su ombligo. Siempre vemos lo malo del resto, pero nunca lo de uno mismo. Falta talante, como diría Zapatero.

EL FÚTBOL SE HA VUELTO LOCO

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