Una final de Champions a cara o cruz

Real Madrid y Atlético vuelven a verse las caras en una final de Champions, que recuerda la disputada hace dos temporadas en Lisboa, donde los merengues se llevaron el triunfo gracias al gol de Ramos en el minuto 93, que llevaría el choque a la prórroga con un 4-1 final favorable a los blancos y que el Atlético y su afición jamás olvidará. 
La de mañana en Milán se presenta con un pronóstico incierto, porque las emociones se multiplican por mil. Los de Zidane tratarán de salvar una temporada donde abundaron más sombras que luces, especialmente en la primera fase de la Liga, que acabaría con la destitución de Rafa Benítez en los primeros días de este año para dar entrada al francés. La recuperación del Real Madrid es un milagro, a pesar de su juego insuficiente y rudimentario en muchas fases de la Liga y, no lo olvidemos, en algunas eliminatorias de Champions, donde el equipo estuvo al borde del KO. Pero ahí está volviendo de ese infierno para intentar conseguir la undécima. 
La cara más positiva la exhibe el Atlético a pesar de su fútbol rácano y desagradable, pero que resulta efectivo para el peculiar Simeone. Los resultados están ahí, especialmente en Champions, donde se cargaron, entre otros, al Barcelona y Bayern de Múnich, que se vieron desbordados con el empuje de los colchoneros que, por esta gesta, se hacen acreedores al mejor de los premios.
Siguiendo con el equipo del Calderón, es de justicia reconocer que realizaron una de las proezas más grandes del fútbol europeo en esta competición pero la historia parece cebarse con el club del Manzanares, con pesadillas inimaginables, desilusiones, llantos sin consuelo… El Cholo y su fauna, si quieren llevarse la orejona, necesitan manejar el golpe final y olvidarse del minuto 93 que llevan en su mochila como una pesada losa. Si no consiguen superar semejante amargura, sería como un pasaporte al infierno. No hay más historias. En el Madrid, Cristiano y los suyos, sin olvidarme del coruñés Lucas Vázquez, tratarán de romper el pronóstico. Pero nadie se atreve a alzar la voz. Hay mucho respeto en uno y otro bando y está por ver cómo responderán sus estrellas y comprobar si han perdido el ritmo de la competición tras varias semanas de parón. Es un dato pero puede decantar que la celebración del título sea en Cibeles o Neptuno. 

Una final de Champions a cara o cruz

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