ELLAS LO CONTROLAN TODO

Hay días en los que es mejor no abrir el buzón porque las sorpresas nunca se pueden descartar. Me esperaba el habitual recibo de agua, gas, etc., o que Hacienda se acordase de mí. Mejor no. Mi sorpresa era otra. Recibo una carta con una descripción al más puro estilo de Jorge Javier y su programa “Hay una cosa que te quiero decir”. Me entra la carcajada. Pienso que es una broma o una equivocación. Pero no. La misiva era para invitarme a un enlace nupcial de Despeñaperros “pabajo”. Andaluz tenía que ser el chico. Ir de bodorrio no es uno de mis platos fuertes, ya que origina un auténtico revuelo de vestuario y viajes. Y con la agravante de que la ceremonia se celebra en un camping y habrá que pernoctar en bungalós. Todo muy original y muy “típico”.
Algo curioso en estos tiempos en los que todo huele a cambio. Es un mágico y repetido fenómeno como los vestidos nupciales de novia donde el 83,5% de los españoles (y españolas)  prefieren casarse por lo civil o eclesiástico cuando el perfume del cambio impregna la atmósfera terrícola.
Los nostálgicos de estas cosas del casamiento consideran que una novia, especialmente en Andalucía, debe emitir un aroma reglamentariamente suave y embriagador siempre que se case en los meses de marzo, abril o mayo. En el caso de hacerlo en invierno, la imaginación humana solventaría el desfase estacional. Se dice, pues, que la novia huele a azahar. Puede que no sea del todo cierto, a causa de las numerosas colonias de marca que suplantan a la naturaleza. El novio, pobre, por el contrario, no huele a nada, salvo a novio, que ya es bastante desgracia, como muchas mujeres –antes novias– no ignoran.
A pesar de todo, el joven en cuestión lo tiene más fácil. Un traje, una corbata y “palante”. La novia ya es otra historia. En las bodas es muy fácil caer en la horterada. Buscar el traje perfecto no resulta fácil y mucho menos su proceso para que todo se sume al glamour de la ceremonia. Que si la florista, la decoradora, el estilista… En cambio, el novio, al que quizá siempre se le presta menos atención, su inquietud en cuanto a su vestuario es siempre menor. Nosotros, quizá, dejamos esa responsabilidad a la chica de nuestros sueños. No podía ser de otra manera. Ellas lo controlan todo.

ELLAS LO CONTROLAN TODO

Te puede interesar