Tomando nota

Creía yo que Gobiernos como los referidos por Feijoo habían tomado ya hace tiempo nota de las reivindicaciones feministas que dieron sustento al Día internacional de la mujer celebrado el jueves. En realidad se trata de demandas que hace tiempo están sobre la mesa del debate político y social, aunque en los últimos tiempos hayan adquirido especial relevancia. Y de hecho él tiene, dentro de sus posibilidades competenciales y económicas, una Consellería dedicada a arbitrar medidas al respecto, al igual que el Gobierno central cuenta con el correspondiente Ministerio.
Sea como fuere, lo cierto es que con esa su reflexión sobre la conveniencia de “tomar nota” del clamor habido en las calles, el presidente gallego ha vuelto a desmarcarse de alguna manera de propios y extraños, acaparar titulares y a dejarse mecer por ese título de “el barón mejor colocado para suceder a Rajoy” que los medios recuerdan siempre que hay ocasión.
Pero puestos a ello, habrá que tomar nota de otras varias cosas. Como, por ejemplo, del manifiesto revolucionario de convocatoria; del manejo y aprovechamiento de la jornada por los sindicatos de clase, gobernados, por cierto, en su totalidad por hombres varones, más que por el propio movimiento feminista; de la llamada a la huelga laboral; de la hostilidad dialéctica con que se ha reaccionado ante los pocos que se han atrevido a discrepar; de los insultos proferidos a empresas y empresarios. Todo ello deja más que entrever intenciones más allá de la puramente feminista.
Tal vez no hayan sido buena parte de ellas manifestaciones políticas, como ha señalado Feijoo. Pero no han resultado tan guays, maravillosas e inocentes como el PP en general y el presidente gallego en particular han pretendido, por aquello tal vez de lo política y electoralmente correcto. Por eso, cuando se hace balance de algo tan relevante como la jornada de marras, celebrada en nuestro país como casi en ninguna otra parte del mundo, conviene abrir el foco y no centrarlo en un solo motivo del cuadro.
Ya se sabe que estas demostraciones suelen ser aprovechadas para mezclar cosas y reclamar como pretendidos derechos lo que son sólo deseos de un sector radical. En ese sentido habría que tener más cuidado con ponerse morado de lazos.
La celebración estuvo marcada por la perspectiva de la discriminación en el trabajo y la llamada brecha salarial y apenas incidió en la segunda gran desigualdad que para buena parte de las mujeres supone la eventual maternidad. Feijoo sí lo hizo, justo es decirlo.
España, por ejemplo, es uno de los países donde trabajo y maternidad se siguen viendo como un juego de suma cero. Pero no es así. Y en este punto sí que convendría que los poderes públicos tomaran buena nota e incorporaran a las políticas públicas la perspectiva de familia. Porque si no se identifican bien los problemas, no se tomarán las medidas adecuadas.

Tomando nota

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