PARA TODOS LOS GUSTOS

No sé si será bueno o malo que el discurso navideño del rey haya gustado a todos o casi todos. No sé si ello es síntoma de arriesgadas equidistancias y de haber esquivado el llamar a las cosas por su nombre o si es que, en realidad, ha hecho un diagnóstico certero del “difícil y complejo” momento que vive el país en un texto donde, por otra parte, no ha resultado difícil leer entre líneas.
Que el monarca no iba a mencionar el horizonte penal de su hermana Cristina ni a condenarla en público parecía lógico, aunque algunos habían alentado esta esperanza. Pero ese su deseo de cortar “sin contemplaciones” la corrupción les puede haber sido suficiente para ver detrás de tales palabras una referencia implícita a aquélla.
También puede haber gustado el relato de la crisis económica, donde hizo mayor hincapié en los problemas que persisten que en las esperanzas que se abren;  en los “inaceptables” índices de desempleo y en la lucha contra el paro como “nuestra gran prioridad” más que en la recuperación del crecimiento  y la creación de empleo. Justo al revés de lo que suele hacer el Gobierno. Dudo que las cuatro líneas escasas dedicadas a la mejora de los principales indicadores económicos hayan satisfecho en Moncloa. El PSOE ya lo utilizó de inmediato.
Donde creo que Felipe VI se pasó un tanto fue en la cuestión catalana. Y no es que el desafío independentista sea un asunto menor. Pero el rey parece obsesionado con Cataluña. Tres veces ha visitado ya esa comunidad para dar masaje a Mas y ver si así lo apacigua. Con todo, fue excesivo el espacio dedicado e hiriente la discriminación para el resto de las comunidades. Los nacionalistas vascos tomaron nota  muy pronto.  ¡En otros párrafos el mensaje dejó contentos a todos. Hubo para todos. Para quienes defienden la vigencia de la Constitución como garantía de convivencia democrática; para quienes han querido ver en determinado pasaje un guiño a la reforma de la misma, y para los nacionalistas catalanes que leen los discursos a medias: se saltan  las referencias a la unidad para, cogiendo el rábano por las hojas, llevar el agua a su molino del derecho a decidir. Normal.
Felipe VI hizo asimismo mención a las diferencias que debemos “comprender y respetar”. Creía yo que esto ya estaba reconocido en la Constitución. No sé, por tanto, si pretendía apuntar a un futuro trato especial para Cataluña. Me temo, no obstante, que aquí pinche en hueso.

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