Sentencia inaudita

Habida cuenta de la vorágine en que estamos inmersos, donde incluso las informaciones de relieve nacen, crecen y desaparecen a un ritmo vertiginoso, es de presumir que más pronto que tarde pasará también al olvido una de las sentencias más inauditas con que en los últimos tiempos nos ha obsequiado la Administración de Justicia.  
Me refiero a la pronunciada por la Sección primera de la Sala de lo penal de la Audiencia Nacional, en virtud de la cual han quedado absueltos los diecinueve acusados de un delito contra las altas instituciones del Estado con ocasión del asedio al Parlamento de Cataluña.  
Como se recordará, esta fue una de las manifestaciones más broncas y de mayor tensión que se recuerdan. Aquel día, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, tuvo que acceder en helicóptero a la Cámara, mientras en las inmediaciones un millar de personas zarandeaba a los diputados que iban llegando para evitar que se celebrase la votación de los recortes presupuestarios.
Pues bien, para el ponente de la sentencia, el magistrado Ramón Sáez Valcárcel, y para su compañera de tribunal Manuela Fernández Prado, aquello no fue nada. Aquello fue un ejercicio de libertad de expresión y manifestación en un contexto en que “el control del espacio público por medios de comunicación privados dificultan a sectores de la sociedad el hacerse oír y en el que, por tanto, resulta obligado admitir un cierto exceso en el ejercicio de tales libertades si se quiere dotar a la protesta y a la crítica de un mínimo de eficacia”.
Lo inaudito no es que la sentencia aprecie en los graves incidentes un simple ejercicio de la libertad de manifestación. Lo inaudito es la argumentación que justifica los excesos. No sé en qué país vivirán los magistrados en cuestión. Pero dar por sentado que en este nuestro los medios privados ahogan o dificultan el debate político y social, es vivir en otro mundo. Como si no existieran otras no pocas alternativas informativas y, por tanto, como si el sistema mediático en su conjunto no fuera ampliamente plural.  
No es de extrañar, pues, que la bolivariana sentencia haya sido calificada de inquietante por el peligroso antecedente que establece y por el mensaje de permisividad que conlleva. Y es que a partir de ahora los sectores más agresivos de los grupos que muestran su descontento en la calle se van a sentir más que legitimados.
Del magistrado Sáez Valcárcel no se podía esperar otra cosa. Exportavoz de Jueces para la Democracia, fue durante un mandato miembro del Consejo General del Poder Judicial en representación de Izquierda Unida. Conocido es en los Tribunales por su pesado lastre ideológico. Por eso sorprende que, aun así, algunos sigan considerándolo como un “magistrado brillante”. 

Sentencia inaudita

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