Rellenar huecos

Poco ha tenido que ver la composición del Parlamento elegido el 21 de octubre de 2012 con el que el pasado 2 de agosto cerró la novena legislatura de la cámara gallega. Los cambios han sido muchos. Por unas causas u otras, de los 75 diputados iniciales sobrevivieron pocos. Unos pasaron a desempeñar  altas responsabilidades en la Administración autonómica y aledaños; otros hicieron lo propio en Madrid y alguno más cayó víctima de imputaciones o de querellas de partido que antes o después se trasladaban al grupo parlamentario. 
Del trasiego de caras habido a lo largo de estos casi cuatro años puede bien dar fe el hecho de que el  Grupo Popular llegó prácticamente a agotar sus listas,  hasta el punto de que a lo largo de los distintos periodos de sesiones han ido pasando por el hemiciclo hasta 63 de los 75 candidatos iniciales. Y en la circunscripción de A Coruña, de los 24 aspirantes sólo dos no lograron sentarse en el escaño.
Hubo sustitución en la presidencia. No era la primera vez que sucedía. Ya en abril del 86 Tomás Pérez Vidal sucedía a Antonio Rosón. Ahora Miguel Santalices tomaba el relevo de Pîlar Rojo cuando ésta resultó elegida diputada en el Congreso en las generales del 20-D, luego de dos tormentosas temporadas legislativas al frente del Pazo do Horreo.
El Partido Socialista, por su parte, tuvo hasta tres portavoces. Las disensiones internas en AGE, nuevos en la cámara, forzaron la creación del Grupo Mixto. Y el BNG perdía el estatus de segunda fuerza de la oposición y cambiaba de portavoz para unificarlo con la llamada portavocía nacional.  Hasta muy poco antes del final fue una legislatura bronca y crispada en exceso por parte de izquierda y nacionalistas. 
Que a lo largo de una legislatura se produzca tal trajín de mudanzas puede resultar normal. Son muchas  y muy variadas las circunstancias que sobrevienen. Pero lo que no es muy de recibo –me parece- es que empiece a ser así desde el primer día en virtud de una práctica poco respetuosa con el electorado: colocar como cabezas de lista gentes llamadas a ocupar el alto organigrama del nuevo Gobierno y a dejar, por tanto, la representación parlamentaria para la que fueron elegidos.
Feijoo así lo ha vuelto a hacer así: “premió” a sus conselleiros con puestos de salida como reconocimiento público hacia la labor desarrollada y ahora se los va a llevar de nuevo a la Xunta con dedicación  exclusiva. En torno a diez, según el propio presidente.  Se irán acompañados por una pléyade de otros eventuales altos cargos. El viernes 21 se constituye el nuevo Parlamento y se inicia la décima legislatura. Pero para rellenar huecos,  las listas empezarán a correr ya mismo.

Rellenar huecos

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