PERIODISMO DE FILTRACIÓN

Dando por bueno –lo que ya en ocasiones es mucho dar– que la llamada verdad judicial se corresponde con la verdad de los hechos sucedidos, cierto es que la primera sirve, entre otras cosas, para zanjar debates políticos que se mueven en la órbita de la Administración de Justicia.
Da igual, por ejemplo, que el imputado haya sido exonerado de sus cargos en contra de los fundados indicios que apuntaba el juez instructor y en contra del parecer del fiscal y de la acusación particular; o que un simple recurso contra la petición de suplicatorio y posterior procesamiento se haya convertido en realidad en el sucedáneo del juicio oral que cabría haber abierto.
Da igual. Si aun así el tribunal de turno dictamina que José Blanco no es culpable del tráfico de influencias y da carpetazo al caso Campeón en lo que a él se refiere, el ex ministro socialista de Fomento pasa automáticamente al edén político de los inocentes.
Ya no habrá que recurrir al habitual precedente de Demetrio Madrid, el primer titular del Gobierno autonómico de Castilla y León, quien hace veintitantos años fue procesado por un conflicto laboral en su propia empresa, dimitió y finalmente fue absuelto.
Ahora ya tenemos más próximo en el tiempo y en espacio una nueva remisión a la presunción de inocencia que debe acompañar a todo imputado hasta la llegada de la verdad judicial.  Aunque ésta pueda luego ofrecer más sombras que luces.
Sucede, sin embargo, que en no pocas ocasiones ni se respeta la presunción de inocencia, ni se guarda el secreto sumarial y hasta la declaración  de un imputado es retransmitida en directo a través de las redes sociales, dentro de ese poco edificante espectáculo en que a veces se convierte la Administración deJusticia.
Hace años dejé de creer en el aquí llamado periodismo de investigación para señalarlo por su verdadero nombre: periodismo de filtración. El caso Bárcenas/Pedro J. es el mejor ejemplo. Entre nosotros, el supuesto periodismo de investigación consiste, casi sin excepción, en esperar a que alguien deposite en tu buzón algún documento comprometedor para un tercero y cuya difusión beneficia de una u otra manera al remitente.
Con todo, lo que llama la atención no es tanto el lógico interés más político que informativo que en todo ello pudieran tener filtradores y compañeros de viaje,  cuanto el fervor con que entran al trapo medios terceros, practicando ese periodismo comodón de no intentar ir separando el trigo de la paja y de reproducir el premeditado barullo de los presuntamente implicados. Al actuar así, haciéndose eco sin más unos de otros, no sé si se venderán más periódicos, pero desde luego se presta –creo– un flaco servicio a la opinión pública.

PERIODISMO DE FILTRACIÓN

Te puede interesar