PERDER EL TIEMPO CON PACTOS IMPOSIBLES

Raya casi en lo patológico la ingenuidad del Partido Popular en lo que a los pactos con el Partido Socialista se refiere. Lo digo porque a estas alturas de tantas cosas el PP parece no haberse enterado aún de que el PSOE nunca llegará a acuerdos con la derecha, salvo, claro, que ésta termine por renunciar a sus propias posiciones y asuma las ajenas.
El Partido Socialista siempre encuentra un achaque, una excusa, para el desmarque y la ruptura. Aquí o en Bruselas, por sólo citar dos recientes escenarios. Desde unas semanas a esta parte PP y PSOE venían negociando un pacto anticorrupción. Las conversaciones han quedado suspendidas por mor –dicen en Ferraz– del último gran caso de corrupción que ha llegado a los tribunales y en el que están señalados varios alcaldes del Partido Popular.
En realidad, este episodio no ha sido más que un pretexto, porque días antes de que la operación Púnica saliera a la luz el Partido Socialista ya había decidido evitar cualquier documento conjunto con el PP. Había que soslayar dar a éste el más mínimo respiro. Y esta es su sistemática política en cualquier ámbito.  
Afortunadamente tal pacto –al igual que tantos otros– no es en absoluto necesario, habida cuenta de que el PP dispone en las Cámaras legislativas de mayorías más que suficientes para tomar las decisiones que considere oportunas contra la corrupción, amén de las que pueda instrumentar en el seno del propio partido.
Comprendo que el PP se oponga a la comparecencia de Rajoy en un pleno monográfico en el Congreso. Sería como ponerse por iniciativa propia ante el pelotón de fusilamiento. Ninguno de cuantos desde la oposición se desgarran las vestiduras y claman por ello lo haría. Y comprendo que reaccione con cierta indignación –y que no se calle– ante la osadía acusatoria de los socialistas cuando estos dan lecciones de moral pública teniendo lo que tienen bien encima.
Así las cosas, el Gobierno se ha puesto a trabajar por su cuenta sin esperar ya al Partido Socialista. En este sentido, aprobó el viernes una ampliación de la planta judicial; un total de 282 nuevas plazas, entre las que figuran dos de magistrado para la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, Instancia competente en los casos de corrupción.
Son estas últimas, como se sabe, instrucciones complejas y no fáciles, que, además, han venido estando en manos de pocos magistrados. En la mesa del juez Ruz, por ejemplo, han coincidido hasta diez macrocausas, algunas de tanta enjundia como Gürtel, Bárcenas o Caja Castilla-La Mancha. Y así, claro, no hay Administración de justicia que funcione.

PERDER EL TIEMPO CON PACTOS IMPOSIBLES

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