Pedir lo imposible

Si en Cataluña han empleado más de tres meses para descifrar  el pequeño acertijo postelectoral dejado por las urnas autonómicas de septiembre, la demora  para dar salida a la interinidad política e institucional derivada de las elecciones del 20-D no va a ser menor. Porque más que de un problema más o menos sencillo de resolver se va a tratar de todo un rompecabezas. O si se prefiere, de toda una cuadratura del círculo. Por fortuna, la Constitución marca unos plazos  para que el proceso de investidura del nuevo presidente no se prolongue más allá de lo razonable.  
Pero no va a ser fácil. Por una parte, el puzle tiene un encaje endemoniado. Y por otra, a alguno de los principales actores del procedimiento se le está pidiendo un imposible. Al PSOE, por ejemplo, se le está reclamando que llegue a un acuerdo con PP y Ciudadanos de cara a la formación de una holgada mayoría que dé estabilidad al nuevo gobierno y certidumbre al país y a los inversores internacionales.  Esto es, algo así como que dé sin red el gran salto de su vida y de su historia. 
Lo digo porque han sido tantos los años y los momentos en que el Partido Socialista  ha practicado el caprichoso “cordón sanitario” contra el Partido Popular, cual si de un afectado por epidemia peligrosa se tratase, y ello ha producido ya tantos anticuerpos,   que apremiar  ahora al primero a un gran pacto con la derecha es instarle a un impracticable. 
Y si por si fuera poco, Pedro Sánchez no se está asesorando bien. Ha ido, como se sabe, a recibir consejo de sus colegas portugueses, artífices con la izquierda de una fulminante moción de censura al ganador de las elecciones. El triunvirato resultante en Lisboa ha empezado su andadura con mal pie. En la primera gran dificultad –los Presupuestos generales- se ha roto y, como en tantas otras ocasiones, aquí y allá, ha tenido que ser la derecha quien haya salvado la situación,
En la desangelada rueda de prensa que celebró para valorar la primera ronda de contactos, Rajoy recordó que una gran mayoría de los españoles había votado a una serie de fuerzas políticas coincidentes en varias cuestiones fundamentales. Y reiteró que sobre ellas se podría construir la anhelada mayoría estable. En expresión del portavoz popular Rafael Hernando, ellas vendrían a ser “mimbres suficientes” para alcanzar un pacto de Estado. El problema es, a mi juicio, que Rajoy aventura demasiado. Porque, a la hora de la verdad, tales grandes coincidencias no existen. Por tanto, muy mucho me temo que ese gran trabajo de cestería política que pretende nunca se va a producir. 

Pedir lo imposible

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