EL PASEÍLLO

Con la falta de pudor personal y político que los caracteriza Pedro Sánchez y Pablo Iglesias pasearon y posaron el otro día Carrera de San Jerónimo abajo, en las inmediaciones del  Congreso, para teatralizar su supuesto acercamiento.  Al final del trayecto eran esperados, en medio de un cierto alborozo, por una nube de redactores gráficos. Aquel mismo día y al siguiente todos los grandes medios llevaron a sus primeras páginas y pantallas el infumable paseíllo. Pero habida cuenta de la gratuidad de la inversión efectuada y del amplio eco conseguido, habrá que convenir en que la operación de imagen resultó  rentable para ambos. 
Conocida es la habilidad del líder de Podemos para acaparar cámaras. Pero el secretario general socialista no le va a la zaga en ello.  No hace tanto se llevó a Bruselas al consabido equipo para que grabara su encuentro con Tsipras y la chusca petición de que el dirigente griego mediara ante Iglesias para hacerse con el poder en Moncloa. 
Y si desafortunada fue la solicitud, peor resultó que todo estuviera preparado para la difusión pública y el general conocimiento.  
Cierto es que tales movidas son posibles por la inmunidad sociológica y mediática de que goza la izquierda en general y el Partido Socialista en particular. Aunque hace tiempo que no las practica, a Mariano Rajoy le siguen reprochando, casi ya como lugar común, sus pasadas apariciones informativas  vía “plasma” o pantalla audiovisual. Pero, por lo que se ve, la tolerancia para con otros es manifiesta. 
Es fácil de imaginar el guirigay hoy habido si el presidente del Partido Popular llevara dos meses mareando la perdiz como los lleva Pedro Sánchez. Y resulta fantástico cómo Susana Díaz critica a quienes llevan más de cien días “generando desconcierto”, pero lo hace mirando hacia Podemos y no hacia su propio correligionario y secretario general de su formación.
En este escenario tan volátil y artificial, me encuentro entre los que se resisten a especular sobre el desenlace del proceso en curso. Con Rajoy y el Partido Popular fuera de escena, da la impresión de que ninguno de los demás primeros actores quiere quedar como el malo de la película y el responsable de una eventual repetición de las elecciones. Sólo el miedo a una nueva convocatoria electoral puede desbloquear la situación por aquello de que más vale pájaro en mano que ciento volando y de que las urnas las carga el diablo. 
Antes o después habrá acuerdo. A la portuguesa, a la valenciana o a lo que sea. Semitrasversal o sólo de izquierdas, con Ciudadanos a modo de comodín resignado para cuando venga bien. Muy probablemente, sin pretensiones de durabilidad, pero suficiente para desalojar a la derecha del poder, que es lo que en verdad les interesa y une.

EL PASEÍLLO

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