PADRES CONFLICTIVOS

Los médicos fueron la estrella indiscutible: los mejor valorados y, con notable diferencia, la profesión más recomendada para hijos y amigos. Pero los profesores tampoco salieron nada mal parados: segundos con más alta valoración, aunque no ya los más repetidamente aconsejados. Así al menos lo reflejaba un Barómetro del Instituto de Investigaciones Sociológicas (CIS), de hace poco, que incluía como parte variable una serie de preguntas sobre la imagen social del profesorado.
La encuesta no ofrecía una panorámica de conjunto de la profesión, sino que desglosaba a los docentes por niveles. Pero en todos y cada uno de ellos los profesores aparecían con una más que notable valoración: entre los 75,1 puntos sobre cien para los docentes universitarios y los 73,6 para los de secundaria.
Ésta más que buena imagen social del profesorado no se corresponde, sin embargo, con niveles similares de paz en las aulas. Y es que las aulas siguen siendo conflictivas para muchos profesores, tal como revela un reciente estudio del sindicato ANPE a través de su servicio del Defensor del Profesor para las etapas de infantil, primaria y secundaria, correspondiente al curso pasado.
Cierto es que en esta cuestión de la disciplina escolar no se puede ni caer en el alarmismo ni tampoco en la minusvaloración de las faltas que se producen. Pero los datos obtenidos en relación con los problemas de convivencia a que se enfrenta el profesor vuelven a alertar sobre el hecho de que cada vez con más frecuencia son los padres o familiares, más que los propios muchachos, los causantes de crear un clima poco adecuado para que el hecho educativo se pueda llevar a cabo sin interferencias, amenazas ni coacciones.
Así nos encontramos con que las denuncias en primaria superaron a las de secundaria: 40 y 39 por ciento, respectivamente. Dato este relevante si se tiene en cuenta, como apuntábamos,  que en los cursos inferiores son los padres los principales protagonistas –que no los únicos– de las actitudes de enfrentamiento, amenazas, desconsideración, falsas acusaciones y falta de respeto hacia el profesorado.
De hecho, si los casos de acoso y amenazas de alumnos vinieron a representar el 16 por ciento de las denuncias presentadas por los profesores, las acciones de tal naturaleza llevadas a cabo por padres supusieron un 28 por ciento; es decir, doce puntos por encima y uno más que en el curso anterior.
El problema de convivencia en las aulas sigue siendo, pues, una asignatura pendiente. Y como señala la propia memoria de ANPE, conseguir cambiar esta tendencia dependerá en buena medida de un cambio de valores en la propia sociedad. La escuela, sola, poco puede hacer. 

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