Necesidades y dineros

Si en los días previos a la investidura el término abstención era vocablo impronunciable en los círculos socialistas, en las repetidas intervenciones del candidato Rajoy a lo largo del propio debate a la reforma constitucional le ha sucedido un poco lo mismo: que las referencias a la misma han brillado por su ausencia.
Conocido es que al ya presidente del Gobierno no le gusta mucho abrir, como se dice, este melón. Y que en todo caso ello habría de abordarse con mucha cautela. No obstante, cierto es que haciendo de la necesidad virtud en el acuerdo con Ciudadanos se ha incluido el compromiso de estudiar la actualización del texto constitucional utilizando como referencia el informe al respecto del Consejo de Estado de febrero de 2006.
Se habló mucho de otras reformas y especialmente de la necesidad de generar riqueza y crear empleo, bajo el argumento de que si hay mucha gente trabajando, mucha gente cotizando y mucha gente aportando se podrá así mantener y, sobre todo, mejorar los servicios sociales. Si no hay riqueza, todo lo que se reparte es, en efecto, escasez y pobreza.
El problema es que las urgencias económicas son muchas. Hace falta dinero para las pensiones, para la dependencia, para revertir restricciones en sanidad y educación, para la investigación, para las Universidades, para la financiación autonómica. Y así en un largo etcétera.
Existe, como se sabe, el compromiso de no subir IRPF e IVA. Pero los dineros habrán de venir por el lado de los ingresos, porque hay servicios públicos que ya están en los huesos como para soportar más recortes. Se trataría, por tanto, de una constante presión fiscal al alza para grandes empresas y rentas, de seguir luchando contra el fraude y de eliminar duplicidades administrativas y organismos supuestamente innecesarios.
¿Será todo ello suficiente? Es más que probable que no. Y es que, a juicio de no pocos expertos, mientras no se aborde la reconsideración a fondo del carísimo modelo autonómico –que se ha ido de las manos–, no se ataje el enorme agujero negro que conlleva y no se reforme debidamente la Constitución al respecto, no habrá financiación que llegue a cubrir necesidades. El anexo sobre dotación presupuestaria que cierra el acuerdo PP-Ciudadanos parece las cuentas de la lechera. O si se prefiere, el chocolate del loro. O pájaros de colores en los que, como dijo Rajoy, no hay que creer.
Por todo ello sorprende que en el curso del debate de investidura nadie haya hecho mención a esta realidad. Si acaso, la sugerencia del candidato para que de la anunciada conferencia de presidentes autonómicos salga un diagnóstico compartido sobre la situación de nuestro sistema autonómico y su suficiencia financiera. Lo probable es –me temo– que sólo se llegue a hablar de más dineros.

Necesidades y dineros

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