Nadie paró a Valenciano

Atodos se llevó por delante Elena Valenciano en el cara a cara televisado del jueves. Nadie paró a la cabeza de lista del PSOE, que en el debate hizo y dijo lo que le vino en gana. Siempre rosmando, siempre interrumpiendo, siempre displicente, siempre saltándose el guión de bloques temáticos pactado. 
No la paró la presentadora, si es que así puede llamarse a quien se limita a dar paso a los grandes temas y medir tiempos y que no cumple las pocas exigencias de arbitraje que tiene encomendadas. María Casado fue poco más que una verde estatua de sal, quien por hablar de términos futbolísticos tan de actualidad estos días, bien merecería un tiempo “en la nevera” a modo de advertencia.
Pero no la paró, sobre todo, su contrincante, quien en especial medida estaba llamado a ello. Esto es, el candidato popular; un Miguel Arias Cañete que entró al trapo de todas y cada una de las embestidas de la señora Valenciano y que no fue quien de situar el encuentro ante las cámaras en su justo escenario: las elecciones europeas del domingo que viene. El cabeza de lista del PP no supo zafarse de la estrategia –más que previsible– de la candidato socialista: hacer un debate en clave nacional, con las políticas de Mariano Rajoy como principal y casi única diana.   
Valenciano fue un torrente de demagogias, falsedades, lugares comunes, salidas del tiesto y falta de rigor. Pero sorprendentemente no encontró la respuesta adecuada de un Arias Cañete nervioso, rígido, falto de la naturalidad con que se mueve en otros escenarios, aferrado a unos papeles (que hasta los malenseñaba ante las cámaras), sin reflejos para salirse del guión y ofrecer réplicas elementales, como en materias de emigración (los papeles para todos del ínclito Jesús Caldera), mujer (el glamour que invocaba Zapatero para los nombramientos de ministras) y déficits autonómicos (con ejemplos tan poco edificantes como los de Andalucía, Cataluña y la Castilla-La Mancha del anterior mandato).  
Afortunadamente para el PP, sí quedó la impresión de que Arias Cañete  domina lo que está llamado a manejar en Bruselas; es decir, las políticas y entresijos comunitarios. Pero de ahí a pretender, como dijo José Blanco al día siguiente, que Elena Valenciano había supuesto un punto de inflexión en la campaña y 
que había hecho una intervención muy esclarecedora, media un abismo. A mí, por ejemplo, me gustó mucho más él en los desayunos electorales de la Asociación de la Prensa en el hotel Atlántico. 
Personalmente también saqué alguna conclusión sobre el destino de mi voto. Y es que una eventual victoria del Partido Socialista el domingo los haría prepotentes e inaguantables para lo que queda de legislatura.

Nadie paró a Valenciano

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