Italia, en la cuerda floja

El Brexit británico no será el único gran referéndum del año en la Unión Europea. En el último trimestre de este 2016 también la Italia de Matteo Renzi se enfrentará a  una consulta de no pequeño alcance para aprobar una reforma constitucional; la primera desde 1947. 
Desde entonces para acá el país ha hecho gala de una endémica inestabilidad política. No en vano ha tenido 63 gobiernos y ninguno ha conseguido sobrevivir el quinquenio que marca cada legislatura. La reforma modifica 45 de los 139 artículos de la Constitución. Y con ella se pretende resolver la histórica ingobernabilidad del sistema, habilitar la doble vuelta electoral para salvar faltas de mayorías estables de gobierno en las urnas, y  reducir las competencias del Senado –y en consecuencia de las regiones– a fin de que el Parlamento pueda legislar con mucha mayor rapidez. Se habla ya de una consulta histórica, en la que el primer ministro se juega mucho. De momento, las encuestas no resultan favorables a sus pretensiones.
Lo que no se sabe es si la feroz campaña lanzada por los partidarios del “no” lo que en realidad busca es la caída del propio Renzi, sumido como está el país en una más que delicada situación económica. Hoy Italia es el eslabón más débil de la eurozona. Apenas hay crecimiento económico, los bancos están necesitados de capital y será difícil cumplir las metas fiscales de la UE sin provocar otra recesión. 
Un fracaso del primer ministro y de su partido puede llevar al poder al Movimiento Cinco Estrellas (antieuro y con buenos resultados en las últimas elecciones municipales) tan pronto como el año próximo. Y con los efectos del Brexit aún sin digerir, la inquietud está más que justificada. Si tal cosa ocurriera, los temores de hace unos meses a un Grexit serían nada en comparación. Italia, la tercera economía de la eurozona, es demasiado grande para quebrar. Pero con una deuda pública diez veces más alta que la de Grecia, también es demasiado grande para ser rescatada. Ningún programa de la UE puede respaldar los dos billones de euros (2,2 billones de dólares) de la deuda pública italiana (el 135 por ciento del PIB).
Por otra parte, los resultados de los test de estrés anunciados por la Autoridad Bancaria Europea a finales del mes pasado han confirmado los temores en torno al Monte dei Paschi, de Siena, la entidad más antigua del mundo, pero también la única que ha suspendido dichas pruebas entre los 51 bancos evaluados. Al tiempo, la losa de activos dañados que soporta la banca italiana (360.000 millones de euros) es la mayor en términos absolutos de la banca europea y la segunda en términos relativos, sólo detrás de la griega.

Italia, en la cuerda floja

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