EL “INFORME BECERRIL”

Muy pocas horas después de terminado en el Congreso el debate sobre el estado de la nación, la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, presentaba el informe de la institución correspondiente al año pasado. En la primera de dichas comparecencias el presidente Rajoy ofrecía una versión esperanzadora de los nuevos tiempos que se abren para la economía española, gráficamente resumidos en la afirmación de que “hemos atravesado con éxito el cabo de Hornos”.  
En la segunda, la Defensora del Pueblo presentaba una España bien distinta; la otra cara del estado de la nación; una radiografía del país real, agobiado por el paro, por los recortes,  por los copagos, por el deterioro de los servicios sociales, por los efectos de la pobreza en los segmentos de población más excluidos, por la morosidad de las Administraciones públicas, por la manifiesta insuficiencia e irregularidad en las asignaciones por dependencia. Era el ya llamado “informe Becerril” frente a “la España de Rajoy”.
¿Realismo frente a triunfalismo? ¿Informes o diagnósticos contradictorios? Yo hablaría más bien de evaluaciones complementarias, las dos ciertas, pero una referida a la macroeconomía y otra, a la que se conoce por economía real; esto es, a la que más directamente incide y se manifiesta en el bolsillo de cada quien.
Tal vez porque del abordaje de las grandes deficiencias macro depende el que las mejoras se noten luego en el bolsillo de los ciudadanos y por evidentes conveniencias políticas, Mariano Rajoy pone habitualmente el énfasis en las primeras. Todo el mundo sabe que el empleo no es algo que pueda abordarse directamente, sino que se produce como consecuencia de otras medidas articuladas en la misma dirección y que exigen tiempo para producir efectos.
Por eso, y aun reconociendo una y otra vez que “falta mucho por hacer” y que no se dará por satisfecho ni descansará “hasta que el peor rostro de la crisis económica, que es el paro, no comience a disminuir con fuerza”, el presidente no puede menos que recordar el evidente cambio de tendencia producido. “Hemos variado –dijo en el Congreso– el rumbo. Hemos invertido la dirección de nuestra marcha. Hemos pasado del retroceso al avance, de la caída a la recuperación, de la amenaza a la esperanza”.
Pero, como digo, la economía real es otra cosa. Y sin olvidar o minusvalorar los grandes parámetros, tampoco puede relegarse a un segundo plano de la atención pública esa otra verdad que los partidos de la oposición se encargaron de mostrar descarnadamente a Rajoy en el debate del Estado de la nación y que la Defensora del Pueblo denuncia. La verdad de un país donde los recortes en materia de prestaciones sociales “se han notado de manera muy clara” y donde las dificultades económicas “continúan”.

EL “INFORME BECERRIL”

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