UN GOBIERNO POR LOS SUELOS

¿Pueden los particulares celebrar consultas independentistas? ¿Cuestiones fundamentales como la soberanía que están sustraídas a las decisiones de los poderes constituidos pueden ser puestas en manos privadas?  ¿Una convocatoria a las urnas por muy consultiva que se pretenda no es de alguna manera también vinculante?  Son las preguntas que muchos nos hemos venido haciendo  después de conocerse la pretendida maniobra del Gobierno central de consentir el simulacro de referéndum en Cataluña siempre que el Ejecutivo autonómico, como poder público, no interviniera en ello y de modo que la consulta pudiese ser entendida como un ejercicio de la libertad de expresión de los ciudadanos.
Lo infame es que se ha tratado de una maniobra negociada. Aunque no las tengo todas conmigo, quiero pensar, no obstante, que ha sido el Gobierno autonómico quien deslealmente habría roto el  pacto, sabedor de que el Ejecutivo central no llegaría hacer uso de la fuerza para retirar las urnas. Una enorme deslealtad que veremos a ver cómo se contrarresta políticamente.  Decía el presidente Feijoo que toda esta operación no le podía salir gratis a su colega catalán. Pues, de momento gratis total le está resultando.
La debilidad en que ha quedado el Gobierno de todos los españoles es terrible. Un Gobierno por los suelos, que no ha querido o no sabido parar el golpe de ayer. Ingenuo –o cómplice- él, siempre  había confiado en que Artur Mas cumpliría con la ley y en que no sacaría las urnas a la calle. Ni una ni otra de tales expectativas se han consumado.  La Generalidad no se ha apartado un ápice del proceso. Desde principio hasta su término el Ejecutivo regional ha estado al frente del mismo. Y no lo ha ocultado.
Se equivocan de medio a medio Rajoy, Soraya, el ministro Catalá y otros miembros del Gobierno si se refugian como están haciendo en el nulo efecto jurídico del 9-N y obvian  el extraordinario valor político que para Cataluña –y no sólo para el independentismo- va a tener la consulta de marras. Para éstos habrá sido un extraordinario acto de propaganda, una formidable demostración de fuerza,  y un duro golpe a la credibilidad y supremacía de la soberanía nacional y de los poderes centrales.
Imagino que a partir de hoy se abrirá un reiterativo debate sobre lo que, en lenguaje nacionalista,  se conoce como el encaje de Cataluña en España (como si en la actualidad no lo estuviese con la Constitución que ampara todas sus peculiaridades). Yo, aquí, cruzo los dedos. Porque después de visto lo visto, de este Gobierno Rajoy/Soraya se puede temer cualquier cosa. Por acción o por omisión.

UN GOBIERNO POR LOS SUELOS

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