FEIJÓO NO SE PILLARÁ LOS DEDOS

Mal lo tienen para renovar alcaldes y concejales del PP que han sido señalados o incluso aludidos de paso en alguno de los múltiples pinchazos telefónicos e interrogatorios judiciales que aquí, allá y acullá están nutriendo los varios procedimientos abiertos sobre presunta corrupción. Estas cosas le ponen a Núñez Feijoo especialmente nervioso más por motivos políticos –creo– que por planteamientos éticos, aunque éstos también existan.  
Como sabe que para cuando toque elaborar las listas de cara a las elecciones locales de 2015 la Justicia no habrá desenredado todavía la maraña producida, en una toma de postura muy típica de él –una de cal y otra de arena– el presidente del PPdeG y de la Xunta ha adelantado ya un par de cosas: que las listas estarán condicionadas por los procedimientos judiciales abiertos y que actuará cuando haya “elementos suficientes” para ello.
¿Y cuándo habrá elementos “suficientes”?, cabe preguntarse. Pues: para no pillarse los dedos, cuando él quiera. Y a buen seguro que querrá. Muy probablemente en la operación caigan justos y pecadores. Porque también muy probablemente practicará aquello del “in dubio, adversus reum” y, como los cirujanos expeditivos, preferirá cortar de más que de menos.
Conjeturas aparte, la situación ha vuelto a poner una vez más sobre la mesa el interrogante de si la inocencia política ha de ser consecuencia de la inocencia penal. O dicho de otra manera: si un imputado debe esperar a dimitir hasta que se dicte sentencia condenatoria sobre su caso o si debe hacerlo ya.
En los últimos días y desde una posición personal política más que profesional, el fiscal general de Galicia, Carlos Varela, ha reiterado en un par de ocasiones que un determinado comportamiento puede no ser delictivo, pero sí incompatible con los principios éticos de buena gobernanza. Si el hecho no es constitutivo de delito, pero es éticamente reprobable, debe producir –concluía– una reacción sin esperar al veredicto final de la Justicia.
Pero, ¿quién establece lo que es éticamente reprobable? He ahí la cuestión. Hay casos en que ello es manifiesto, pero en no pocas ocasiones sucede de muy otra manera. Por eso, el alcalde Negreira le ha pedido que no se meta en camisa de once varas.
De todas formas, la prolongación en el tiempo de los sumarios, la personación en ocasiones de los partidos con sus intereses políticos, la indefensión del investigado ante las sistemáticas violaciones del secreto del sumario y de la presunción de inocencia y, sobre todo, el estado inicial del procedimiento en el que se producen las imputaciones y la facilidad con que éstas tienen lugar, no ofrecen precisamente un escenario con garantías como para justificar esa “dimisión, ya” que no pocos proclaman.

FEIJÓO NO SE PILLARÁ LOS DEDOS

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