El círculo cuadrado de Podemos

Después de los buenos números recogidos en la jornada electoral del día 25, al frente o movimiento Podemos se le está planteando un problema similar al del círculo cuadrado. Esto es, una especie de imposible: cómo pasar de la calle a las instituciones sin renunciar a su ADN, heredero de la experiencia asamblearia del 15-M.  
Y ello no sólo porque cuenta ya con cinco diputados en el Parlamento Europeo, sustentados en 1,2 millones de votos, sino porque si quiere consolidarse en la arena nacional con candidaturas en las próximas municipales, autonómicas y generales, habrá de disponer de estructuras operativas. Es decir, de toda una organización que haga mover con eficacia la maquinaria política y electoral. Así habrá de ser, salvo que quiera mantenerse como voz testimonial, lo que a juzgar por sus repetidas manifestaciones no parece.
Difícil empeño, pues para responder a la expectativa suscitada en las urnas del 25-M necesita mucho de lo que hoy por hoy carece. Precisa tiempo, dinero, mucho dinero, cuadros dirigentes de cierto peso y credibilidad, mayor bagaje ideológico e implantación territorial. Y algunas complicidades. Con la mediática ya cuenta, pues no en vano su hombre de referencia, Pablo Iglesias, desde hace algún tiempo viene siendo aireado y acogido no sólo en las tertulias de las televisiones “progresistas”, sino incluso de las cadenas más a la derecha, quen en una muestra más del fino olfato que las caracteriza han metido también con generosidad al personaje en sus platós.
Dice alguno de sus portavoces que Podemos no pretende ser un partido al estilo clásico, sino una especie de conglomerado de agrupaciones sin consenso ideológico pleno y unidas sólo por el objetivo de “recuperar una democracia secuestrada”. Y después, ¿qué?, se preguntan muchos. ¿Cómo y con qué se rellena esa democracia ya supuestamente liberada?
Por ahí –pienso– va a venir uno de sus no menores desafíos: depurar sus maximalistas planteamientos programáticos. Porque con sus utopías y generalidades malamente va a poder pasar del antisistema al sistema de las instituciones. Muy probablemente, por tanto, tendrá que refundarse. Dejar de ser el Podemos de hoy para ser otra cosa.
Ejemplo y precedente tiene en sus amigos de la Syzira griega, ganadora en aquel país de las elecciones del domingo 25 y muy crítica, sí, con las instituciones comunitarias, pero también progresivamente reconciliada con una Europa que su líder, Alexis Tsipras, quiere ahora transformar desde dentro.   
Soy, con todo, de los que piensan que Podemos es fruto de un momento muy concreto de la situación política. Un aliviadero de las tensiones y recortes de la crisis, que tendrá harto complicada su supervivencia, entre otras cosas porque el contexto político habrá de ir siendo otro y mejor.

El círculo cuadrado de Podemos

Te puede interesar