LA CARTA DE FELIPE GONZÁLEZ

Al PSOE de Pedro Sánchez no le ha gustado nada la carta abierta de  Felipe González “a los catalanes” en la que el ex presidente pide a los ciudadanos de aquella comunidad que no se dejen arrastrar “a una aventura ilegal e irresponsable que pone en peligro la convivencia interna y la de ellos mismos con los demás españoles”.  En una más que fría declaración el PSOE de Pedro Sánchez se ha limitado a decir que está de acuerdo con las “líneas maestras” del escrito. Lo cual significa que hay otra mucha letra con la que discrepa. 
Muy probablemente ello se deba a que, aun manteniendo ciertas distancias, Felipe González sintoniza de alguna manera con Mariano Rajoy al señalar que ningún responsable puede permitir una política de hechos consumados y menos, rompiendo la legalidad, y al decantarse con claridad por quien se atiene a la ley frente a los que tratan de romperla. Y esa no equidistancia significa una enmienda a la totalidad a la política practicada por el Partido Socialista -en Ferraz y en Cataluña- que ha preferido nadar entre dos aguas cuando no alinearse con el nacionalismo más extremo. 
Tal vez por eso no les falte razón a quienes recuerdan que todo está muy bien, pero que  González bien podría haberle contado todo eso antes  al propio Sánchez y al PSC mismo. Y que al  texto del ex presidente le ha faltado señalar que precisamente por el tono filonacionalista de su partido el separatismo catalán ha venido recibiendo un enorme balón de oxígeno. 
Siempre se ha hablado de las dos almas del socialismo catalán. Lo curioso  y paradójico del caso es que si dos de cada sus tres votantes provienen del sector llamado “españolista”, no ha habido nada en el proceso separatista iniciado por Jordi Pujol y CiU que no haya sido respaldado fervorosamente por el PSC.
Dice ahora la señora Chacón, secretaria de Relaciones exteriores, que el mayor error de los socialistas catalanes ha sido pactar con Esquerra Republicana. ¡A buenas horas se percata de ello!,  cuando llevan perdiendo a chorros presencia electoral desde que en 1999 Pasqual Maragall entrara en la liza autonómica y desde que cuatro años más tarde suscribiera el célebre pacto del Tinell para la formación de un gobierno  con la Esquerra de Carod Rovira y la Izquierda Unida de Joan Saura. 
Una pérdida de 660.000 votos y de nada menos que 32 diputados de los 52 que llegó a tener en el Parlamento regional. Esto es: que cuanto más nacionalista se ha hecho, menos votos ha cosechado en su propia comunidad. No en vano, Esperanza Aguirre dijo en su día que los socialistas catalanes se habían convertido en los “tontos útiles” del nacionalismo. 

LA CARTA DE FELIPE GONZÁLEZ

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