ATASCADOS

Aunque sin perder la compostura, el alcalde Ferreiro se queja de que la oposición le no concede ni los cien días de gracia que tradicionalmente se reconocen a los gobiernos entrantes. La verdad es que eso de la clemencia inicial  viene a ser una especie de tópico o lugar común que normalmente no tiene luego traducción real en la práctica política.  
Y ello es especialmente así  cuando los que llegan son activistas caracterizados por no conceder treguas a nadie y que se han presentado ante la oposición y el electorado como los depositarios de la regeneración institucional y casi los inventores de la democracia. Hasta cierto punto resulta lógico, pues, que se les exija desde el primer minuto.
De todas formas, la Marea que ha llegado a María Pita parece poco resolutiva. Excesivamente atascada. Lleva un mes largo de gobierno y, de momento, se ha significado más por el “no” que por medidas concretas y efectivas de, por ejemplo, carácter social: no a los toros (contratados), no al museo de Bens, no a la feria de casas regionales, no a la reordenación prevista para Alfonso Molina, no a determinados cantantes para las fiestas, amén de no haber dado cumplimiento a puntos relevantes del programa electoral, como la remunicipalización de la ORA, haber variado sus propósitos sobre lo que llamaba “combate contra la pobreza alimentaria” a través de la red de centros escolares, o dudar qué hacer con el plan de movilidad para el transporte público. 
La Marea está así comprobando en sus propias carnes que una cosa es predicar y otra dar trigo. Hay temas complejos que necesitan su tiempo de reflexión más allá, por supuesto, de los teóricos cien días de gracia. Pero hay otros en que, como digo, parece encasquillada en exceso. No resulta normal, por ejemplo, que el equipo de gobierno haya tardado tanto en sacar adelante la organización interna del Ayuntamiento. 
¿Escasa cintura? ¿Falta de experiencia política? ¿Exigua conciencia de que gobierna en minoría? ¿Exigencias excesivas por parte de la oposición? De todo puede haber. Pero sea como fuere, el hecho es que otros concellos en la misma situación han resuelto o apalabrado esta cuestión –incluso por unanimidad– bastante antes.
También llama la atención que no haya la más mínima pista sobre otro de los puntos estrella del programa electoral: la renta social municipal para aquellas familias que no puedan acceder a la renta de inclusión social de Galicia (Risga) promovida por la  Xunta. No es tampoco tema fácil, entre otras razones porque habría que buscar los al menos tres millones de euros prometidos. Pero, en Santiago, Compostela Aberta, que parece mucho más operativa, ya tiene en marcha una medida similar. ¿Por qué aquí, en María Pita, se va tan lento?

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