ADELANTO DE DEBERES

Mucho le ha irritado al Partido Socialista que el Gobierno haya enviado al Parlamento el proyecto de ley de presupuestos generales del Estado  (PGE) para el año que viene. Y mucho no se entiende. Porque decidido como está a derogar todas las reformas sustanciales promovidas por el PP en la presente legislatura, bien podrá hacer lo mismo con los PGE si es que llega –como sueña– a gobernar. Dicen los partidos de la oposición y buena parte de la opinión publicada que se trata de unos presupuestos electoralistas. Normal. Todo reparto de dineros públicos adolece de tal carácter. Desde las cuentas públicas anuales de cualquier Administración hasta la más prosaica concesión de subvenciones.
Cierto es que el más que probable cambio del mapa político podría dejar las previsiones en papel mojado. Incluso si el PP vuelve a gobernar, lo normal será que no disponga de la mayoría absoluta con la que hoy cuenta  y que, en consecuencia, se vea obligado a llegar a acuerdos con el socio que le preste los apoyos precisos. Por eso se habla de unos PGE bajo la sombra de la incertidumbre política. Pero aun así, cierto es también que a quien llegue –sea él el que sea– no le vendrá nada mal el adelanto de deberes que le habrán dejado hecho Rajoy, el ministro Montoro y el resto del gabinete. Porque los compromisos asumidos con Europa no permitirán mucho margen de maniobra. Y es que en 2016 España habrá de cumplir con el objetivo de déficit público del 2,8% del PIB, lo que permitirá a nuestro país salir del llamado Protocolo de déficit excesivo. Buen número, pues, de las partidas vienen  dadas. Y el eventual nuevo Gobierno no tendrá que partir de cero en este terreno, capital, como se sabe, para Administraciones públicas, empresas y ciudadanos. Se trata, en definitiva, de unos PGE no expansivos, sino continuistas y respetuosos con el compromiso fiscal.
No hay que olvidar que España se enfrenta a la necesidad de acometer un elevado ajuste presupuestario; que seguimos soportando el mayor déficit de la eurozona, sólo superado por Chipre, y que la deuda pública estará este año muy cerca del 100 por cien del PIB. Al tiempo, no cabe descartar una cierta desaceleración del crecimiento a medida que se agoten incentivos como el precio del petróleo, la depreciación del euro o los estímulos por parte del Banco Central Europeo
Según los expertos, lo que en definitiva demuestran estas cuentas, hipotecadas en más de un 53 por ciento por el gasto social,  es el escaso margen de maniobra para mayores gastos. Y para mayores gestos electoralistas. Aun estando como estamos en campaña. 

ADELANTO DE DEBERES

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