Aumenta el turismo internacional en la Costa del Sol

Los datos facilitados por la oficina de Turismo Costa del Sol y el Instituto Nacional de Estadística no pueden ser más alentadores para los hoteleros, para los restauradores y, por supuesto, para los 170.000 empleados que gracias a la avalancha de extranjeros han conseguido un trabajo durante el verano. Sorprende, sin embargo, el descenso de los visitantes nacionales, que puede deberse a que, animados por la recuperación, hayan optado por viajar fuera de nuestro país o simplemente se hayan quedado en su casa, en sus segundas residencias, o hayan alquilado pisos turísticos que al no estar declarados no hay manera de saber el número de personas que se aprovechan de estas ofertas.
Una cosa sí es cierta: la gente se mueve con más alegría que otros años, algo que se palpa en las terrazas, los restaurantes, los supermercados y los lugares de copas, llenos hasta la bandera, algo menos en las tiendas de ropa, seguramente porque hay demasiada oferta y mercadillos a precio de coste, y porque entre comprarte un vestido o pasar un día con los amigos en el chiringuito, la mayoría opta por la segunda opción.
La crisis, la larga crisis de la que todavía no ha salido una parte importante de los españoles y que ha hecho estragos entre los más débiles y la clase media, nos ha obligado a ponernos las pilas y a cambiar el orden de nuestras prioridades, obsesionados como estábamos por consumir, consumir y consumir.
Ojalá que las administraciones encuentren la manera de reordenar esta avalancha de turistas que inunda el país, que pueden llegar a los 84 millones este año, lo que dificulta la no solo la convivencia en determinadas zonas de grandes ciudades, sino también porque hay que evitar el colapso de los servicios sociales: hospitales y centros de salud, consumo de agua, saneamientos, etc. Y claro está el tema de la limpieza de las calles, que todos queremos tener como los chorros del oro, pero sin que eso suponga no tirar basura al suelo, recoger la mierda de los chuchos, etc. etc.
Los presupuestos de los ayuntamientos son los que son, no se pueden estirar como el chicle. Todos andan justos de dinero, atendiendo las necesidades de los ciudadanos, que son muchas, y muchas más las que les exigimos, sin darnos cuenta que atenderlas todas requiere subir impuestos y contar con el consentimiento de Montoro, a quien no le gusta que los ayuntamientos gasten más de lo que él presupuesta para cumplir con el déficit. Problemas todos de difícil solución.

 

 

Aumenta el turismo internacional en la Costa del Sol

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