Nuestra puerta está abierta

Cada día que pasa queda más claro que lo de la Marea era un farol mal disfrazado de órdago. El calendario va dejando al descubierto que los grandes proyectos en los que Xulio Ferreiro se apoyó para “asaltar” María Pita eran producto de esa ficción a la que algunos de sus acólitos son tan aficionados. Así, la renta social fue una gran farsa, como gran farsa fue la promesa de municipalizar los grandes servicios, gran farsa el Dillo ti, gran farsa los procesos participativos o no menos monumental farsa la gestión los grandes contratos como la ORA o la recogida de basuras, por poner dos ejemplos de actualidad.
La incapacidad y la vagancia van alimentado un guion que poco nos sorprende a quienes no esperábamos más que fuegos de artificio. La mochila de los líos crece y se hace casi insoportable. El centro de salud de Santa Lucía, la estación Intermodal, las viviendas del Ofimático, la viabilidad del Puerto, la adhesión al Plan de Vivendas Baleiras de la Xunta, la aprobación en tiempo y forma de los presupuestos… Nada de nada.
Con todo, las agujas que más duelen son las más finas. Donde la Marea realmente pierde cualquier argumento que pudiese esgrimir es en los detalles. No hay discurso social ni giro demagógico que pueda explicar la chapuza cometida con los trabajadores de la limpieza de los colegios públicos. Un recorte en toda regla, directo a la línea de flotación de trece familias coruñesas. En ese ejército que se dedica a combatir orcos hay algunos soldados que se han ganado los galones de capitán general. Silvia Cameán es una de ellos. Una vez más, lo barato sale caro. Seducida por la posibilidad de ahorrarse 200.000 euros, la concejala se ha convertido en cómplice de trece despidos de otras tantas trabajadoras.
Siendo esto grave, lo peor es la respuesta que han recibido, ninguna, por parte del alcalde. Pidieron una reunión para ser escuchadas y recibieron un impreso para solicitar audiencia. Horas después, obligada por la presión mediática, la concejala del “voy a” les ha despedido de su despacho sin ninguna solución, poniendo en evidencia, una vez más, el sectarismo de un gobierno que vende democracia pero practica la imposición. Ese es el verdadero problema: la ciudad está en manos de gente que no escucha, que demuestra sensibilidad cero con quienes de verdad tienen problemas y que se destapa a los ojos de todos los coruñeses inútil para salir al paso de la más simple de las situaciones que se le plantea.
Una vez más, y pasamos ya del año y medio en las mismas, ofrecemos todo nuestro apoyo a los coruñeses que aguardan por una solución a sus problemas. También a estas trabajadoras en su peregrinación por los pasillos de María Pita en busca de alguien que las escuche y se ponga de su lado. Esas pequeñas dosis de justicia, y no los brindis al sol, son las que tienen que sostener una gestión pensada para el bien común. Lástima que la obstinación en el error le impida a Ferreiro y a los suyos predicar un poco menos y repartir un poco más de trigo. 

* Rosa Gallego es 
concejala del PP
 

Nuestra puerta está abierta

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