UN GOBIERNO AJENO, DE VERGÜENZA AJENA

Estamos apañados. En el Ayuntamiento coruñés son las hojas del calendario las que marcan el ritmo al que manan los problemas. No hay semana en la que no sumemos dos o tres nuevos frentes abiertos mientras la lista de espera de los asuntos pendientes engorda. Algunos surgen de la nada. Otros, como Ave Fénix, se alimentan de sus propias cenizas. Pero en cualquier caso todos tienen un denominador común: un gobierno que no sabe lo que quiere, que no decide y que se enfrenta a las decisiones sin ideas claras y con los deberes sin hacer. El gabinete de Xulio Ferreiro presume de intrusismo. Es un gobierno ajeno. De vergüenza ajena.
Primer ejemplo: Alfonso Molina. Tras diez meses de pasos en falso y de ocurrencias, a cada cual más disparatada, ahora llega el tiempo de recular. Cuesta trabajo comprender las razones por las que se resisten a admitir sus errores si es público y notorio que sólo aciertan cuando rectifican. Digan lo que digan, la propuesta de Fomento es fiel al planteamiento inicial del ministerio. De lo que defendía la Marea, ni rastro. Hemos perdido casi un año discutiendo una inversión de 10 millones ya comprometida y, en su día, garantizada. No perdemos la esperanza de que el “milagro” sea completo y se le levante el castigo a los futuros vecinos del Ofimático. Mientras, el ensanche de la circunvalación de Santiago avanza firme y la ampliación de Rande toma forma jornada a jornada.
Segundo ejemplo: la Intermodal. En Vigo ya es una realidad y en Santiago está a punto. A Coruña, de nuevo, se queda atrás. La Marea solo sabe buscar culpables. Fomento, el ADIF, ahora la Xunta… Todos son responsables. Todos menos los intrusos. Es evidente que aquellos tiempos en los que la colaboración institucional daba frutos son el pasado. La Tercera Ronda, la propia Alta Velocidad, la ampliación del Chuac, el Puerto Exterior… ¿No da verdadera rabia?
Pero mire usted, señor alcalde. Todo esto se puede incluso perdonar. Ya pagarán todos los platos que van rompiendo. Lo que no tiene ni un pase es el fracaso de su estrategia –¡ay, si la hubiese!– para combatir lo que más le duele a esta ciudad: el desempleo. Observe a su alrededor y mantenga, si es capaz, la mirada a sus vecinos. Cuesta, ¿verdad? Es difícil hacerlo con 2.300 parados más que hace tres meses. Es duro enfilar el primer año de gestión con una mochila extra de 1.100 desempleados. Es angustioso pasar de ser la locomotora de Galicia a dejarse arrastrar al vagón de cola.
Hay que ser muy intruso para practicar el victimismo mientras más de 18.500 de los nuestros lo pasan realmente mal. Hay que tener la cara muy dura y el estómago blindado para seguir un día más sin darle un palo al agua. Y no pedir perdón.
*Rosa Gallego es 
concejala del PP

UN GOBIERNO AJENO, DE VERGÜENZA AJENA

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