Ferreiro vuelve a mentir para retrasar la reforma de la cubierta de Riazor

Los largos silencios de Xulio Ferreiro se hacen, por momentos, estridentes. Muchos coruñeses se preguntan por qué el alcalde intruso se ha empeñado en paralizar, retrasar y arrinconar la reforma de la cubierta de Riazor. En un momento delicado en el que cada euro ahorrado es un paso adelante hacia la estabilidad financiera del club, sobre la plaza de Pontevedra se cierne una tormenta a punto de descargar sobre la parroquia blanquiazul.
Sepan los socios y simpatizantes que en junio de 2015 quedó adjudicado un contrato por importe de casi tres millones de euros. La hoja de ruta marcaba una inversión de 1,2 millones en 2015 y 1,6 para este año, de manera que, de haberse ejecutado lo previsto, a día de hoy la mejora debería estar ya prácticamente concluida. No es así. Al contrario, los deportivistas se llevaron un buen susto cuando el pasado mes de abril se encontraron con una zona de Pabellón superior acotada por el riesgo de desprendimientos.
Deben saber, asimismo, los miles de coruñeses y gallegos que sienten la camiseta como una segunda piel que a lo no hecho se suma lo que no se va a hacer, al menos a corto plazo. La reparación de la cubierta está condenada a una travesía por el desierto de la burocracia que obligará a posponer los trabajos, en el mejor de los casos, hasta después de 2018. En estas circunstancias, y por pura incompetencia municipal, el club se enfrenta a duras sanciones por incumplir las normas de seguridad e iluminación que exige la Liga de Fútbol Profesional.
Pero, siendo esto de extrema gravedad, lo indignante es que Ferreiro ha vuelto a mentir. El pasado 21 de junio, cuando todavía hablaba, puso sobre la mesa un informe independiente de la Universidade da Coruña avalando el proyecto y su presupuesto. No han pasado ni tres meses, y el alcalde se desdice. Así las cosas, Riazor va por el mismo camino que las reformas de los mercados de San Agustín y Santa Lucía, las plazas de San Pablo, Monte Alto y la Sagrada Familia, la Rosaleda o el quiosco de Cuatro Caminos. Nada de nada.
El expediente, hasta hace unos días escondido en el baúl de las vergüenzas populistas, incluye hasta seis documentos que avalan el proyecto y el contrato impulsados en su día por el gobierno del PP. Entre ellos, tres escritos, tres, en los que el propio Ayuntamiento, ya en manos de la Marea, deniega la suspensión de las obras, tres veces, tres, solicitada por la empresa. Lo que sí podemos asegurar es que el PP pedirá explicaciones ante la Comisión de Deportes.

*Rosa Gallego es
concejala del PP

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