Una ciudad en caída libre

AXulio Ferreiro A Coruña le da igual. No hay otra explicación. Le da igual paralizar sin motivo las obras contratadas. Le da igual reducir las inversiones en un 30 por ciento. Le da igual que los coruñeses se vayan al paro de mil en mil. Le da igual que se atasquen las licencias de obra y actividad. Le da igual que las cifras de creación de empresas toquen fondo. En eso sí es coherente: ataca por igual y sin piedad a Inditex o al tendero de la esquina.
Salimos a jaleo por semana, en el mejor de los casos. El penúltimo, los escalofriantes datos de Alvedro. Nuestro aeropuerto ha entrado en barrena y cae en picado sin paracaídas. Los datos están ahí. Nos han amargado el desayuno mediada esta semana y no han provocado más que balbuceos, excusas de mal pagador y argumentos de parvulario entre las filas de la Marea. A Ferreiro le han robado el mes de abril. Y el de marzo. Y el de febrero. Mientras Lavacolla crece en un 4,9% y Peinador un 42,65% , Alvedro se deja un 1,6% de su actividad. Casi 1.400 pasajeros de una tacada. En 30 días.
Y no será porque a la Marea no le guste viajar. Al contrario. Son especialistas en poner tierra de por medio para, lejos de casa, darle rienda suelta a sus fantasías animadas de ayer y hoy. Que son de letras ya lo han dejado claro en sus burdos intentos por retorcer el lenguaje. Pero los números cantan. Y los de Alvedro suenan a réquiem, a misa de difuntos. Mientras en 2015 el aeropuerto coruñés superaba en casi 60 puntos porcentuales al de Vigo, hoy la diferencia se sitúa ya por debajo del 10, y encogiendo.
Si no fuese porque se masca el drama, resultaría hasta emocionante sentarse a ver qué disparates se inventan para justificar su fracaso. Pero no es para reírse. Ni mucho menos. La pereza, la desidia, la incapacidad y las gaitas templadas ante el progresivo deterioro de la imagen de la ciudad rayan en el insulto. Nada sorprendente a tenor del manual de estilo al que se aferran para gestionar otras crisis cotidianas, como la defenestración de las Hogueras, el ridículo de las colonias felinas –en el Pleno se habla más de gatos que de empleo, cuando somos la única ciudad gallega en la que sube el paro–.
No hay nada que hacer. Es la parálisis que afecta tanto a órganos vitales –incapaces de dotar al Ayuntamiento de un presupuesto– como a asuntos del día a día. A los coruñeses, señor mío, se nos cae la cara de vergüenza. Faltan ideas; falta proyecto; faltan soluciones.
Pruebe a trabajar. Verá cómo duerme mejor. Con la conciencia tranquila y la satisfacción del deber cumplido los fantasmas dejarán de visitar su alcoba. En serio.
*Rosa Gallego es portavoz municipal del PP
 

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