El chiringuito de los abajo firmantes

E l alcalde nos está demostrando su gusto por los chiringuitos. Ahora le da por montar barbacoas con sus amigos. El problema es que lo hace por todo lo alto y a costa de todos los coruñeses. Para superar el síndrome postvacacional. La Marea se ha reservado un espacio privilegiado, con vistas al mar y adornado nada menos que con el símbolo de la ciudad, Patrimonio de la Humanidad. Que no falte de ná.
Ferreiro lo ha logrado y entregará el edificio de la antigua prisión provincial a su panda de amigos para que pongan a funcionar su fábrica de ideas en un entorno excepcional. Llevaban siete años preparando la jugada. Y la han ejecutado.
El Gobierno local patina en las formas. Canta, y mucho, que en la web de la plataforma aparezcan tres concejales, varios asesores a sueldo, y no pocos cargos que ya habían coincidido en otro momento como abajo firmantes del manifiesto fundacional de la Marea. 
El viernes nos prometieron, con luz y micrófonos, que nos harían llegar el expediente. Seguimos esperando. Y es domingo. Sabemos el motivo: vergüenza. El disfraz en el que se envuelve el regalo a los amigos es tan chillón que no cuela. El modelo de la Comandancia se extiende a la prisión. Okupa que algo queda. La antigua prisión necesita una gestión municipal sólida y contundente. Un liderazgo que realmente demuestre que los coruñeses sabemos qué hacer con este patrimonio. Que no ofrezca dudas de que debe ser devuelta a la ciudad. 
Por si no fuese suficiente el bochorno, Ferreiro alienta y consiente el linchamiento público del mensajero. En este sentido, el Partido Popular se suma a la denuncia de la Asociación de la Prensa. 
Es inadmisible el acoso, pero lo es incluso más si este se apoya y se financia con medios municipales, con el dinero de todos. Bastante jaleo tiene la asesoría jurídica como para ponerla a defender a los concejales de las acusaciones que no les gustan.
Popurrí de chiringuito, barbacoa, paloma blanca y que viva el vino. Es la fiesta del manifiesto. La música bien alta, que no se escuchen los lamentos de las asociaciones sociosanitarias, culturales o deportivas que soportan los recortes. Que el lamento de los barrios, sucios y abandonados, no nos fastidie la performance. 
No, señor Ferreiro. No nos pida silencio. Eso, jamás.

El chiringuito de los abajo firmantes

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