La tercera edad del PSOE

El PSOE, el que se reputa como el de toda la vida, el de Susana Díaz, parece haber apostado por la tercera edad, y no sólo por la presencia de las vacas sagradas del partido en el acto de exaltación susanesca, sino por su añejo discurso.
Se trata de imposible físico y metafísico, pues nadie vuelve nunca a ser quien fue. El paso del tiempo es lo que tiene. Pero aun si fuera posible, ¿está segura Susana Díaz de que eso es lo que más conviene al PSOE? ¿A qué PSOE es al que se quiere rescatar de los escombros del tiempo? ¿Al del 82, el que supo instrumentalizar la necesidad de cambio, o al que, a su estela, escamoteó a sus votantes el cambio profundo y verdadero que precisaba una nación estragada por 40 años de dictadura?
Como no sea que Susana, que parece dar por hecho su triunfo en las primarias sin necesidad de despeinarse, suponga que el granero de sus votos futuros está en la España envejecida, esto es, en los millones de jubilados a los que sonaría de maravilla una música que les garantizara y acreciera sus pensiones, en contraposición a ésta que suena ahora y que les aterroriza, no se entiende esa su obsesión de introducir al partido en el túnel del tiempo, que es, por lo demás, un túnel sin salida. Pero si es eso, el asalto a la tercera edad, con tanta propiedad y tantas canas y tantas arrugas escenificado el domingo, tiene que ir explicando a qué tiempo quiere regresar al PSOE. Elija el que elija, en el pasado ya no hay nada.

La tercera edad del PSOE

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