Podemos y los periodistas

Todo partido y todo grupo de poder busca una prensa adicta, a fin de ahormar la realidad a sus intereses para que estos prevalezcan sobre el deber periodístico de buscar y transmitir la verdad, y, en consecuencia, sobre el derecho de los ciudadanos a conocerla. Podemos no es una excepción, pero, por su condición de recién llegado al festín político, carece de esa prensa afecta. Y se le llevan los demonios, y maldisimula el desprecio o el resentimiento que le produce la prensa, los periodistas, que considera de otros.
Ahora bien; una cosa es eso, y otra que su irascibilidad ante los profesionales de la información devenga en agresión abierta, que no otra cosa es el insulto, la amenaza o la intimidación que, según la Asociación de la Prensa de Madrid, practicaría. Sin embargo, para sustanciar la veracidad de esa denuncia, y ante la momentánea ausencia de pruebas que la acrediten, también convendría discernir entre el Podemos físico, el que representa el aparato, y el Podemos virtual, el que anida y actúa con sorprendente pericia en Internet. Al primero no le gusta la crítica, en tanto que al segundo le repugna.
Uno, como periodista y como ciudadano, está deseando que la cuestión se aclare, y si como lo primero celebro ya que la Asociación de la Prensa de Madrid principie a defender a los trabajadores de la información de las presiones que reciben de todas partes, como ciudadano habré de celebrar que, con independencia del resultado, esta movida sirva para reforzar la necesidad, imprescindible en una democracia, de una prensa limpia y de unos profesionales amparados y respetados por la sociedad, y no digamos por el poder político, tan renuente a aceptarlos independientes, objetivos y libres.

Podemos y los periodistas

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