El pecado de la soberbia

La soberbia es un pecado, y el castigo, cuando falta o falla lo que la alimenta, es una suerte de auto-humillación dolorosa e innecesaria. También en política, o principalmente en ella, la soberbia es pecado, y Podemos, el partido que más se la ha trabajado desde el 20-D, sufre ahora por aquello que debería hacerle feliz, un buen resultado electoral. Lamentablemente, y por su soberbia, lo bueno se le antoja no ya malo, sino pésimo, pues no le sirve para su designio de reventar al PSOE.
Ahora bien; el que Unidos Podemos no haya rebasado al PSOE no quiere decir que no haya habido sorpasso: para sorpresa, bien que solo para los que cifran en la lógica y en la decencia los arcanos de la política, los resultados estratosféricos del PP. Ni corrupción a manta, ni imputaciones judiciales, ni Fernández Díaz... nada ha hecho mella en sus votantes, sino antes al contrario. Los miedos, a Podemos y al Brexit les ha animado.
De números, porcentajes, pactos, encaje de los votos por correo o de algún otro escaño que baile, se hablará y escribirá lo suyo a partir de ahora, pero así, a bote pronto, cabe aventurar que la situación política, al contrario que el 20-D, se desbloquea y clarifica, aunque no lo hará al gusto del electorado más deprimido por las políticas del PP y más necesitado de cambio: Rajoy formará gobierno y Sánchez podrá hacer lo que hizo Rajoy, mutis por el foro, sin que nadie pueda reprochárselo. Sea como fuere, uno se queda, por lo que tiene de lección de vida que tanto nos cuesta a todos aprender, con la parábola que la realidad ha construido en torno a la soberbia.

El pecado de la soberbia

Te puede interesar