La frase

En un mercadillo compré una frase. ¿Dirán ustedes que cómo se puede comprar una frase? Paseaba entre mucha gente en un día lluvioso, no iba pensando en nada, era un día en que no se espera nada.
Abrí un libro sin saber nada de él y en la primera página allí estaba; la firmaba Fausto, provenía del Fausto de Goethe. Deslumbrante como un rayo; un libro que en una página en blanco destaca, para que todos la veamos, esta frase, que merece un voto de confianza y unas expectativas.
La frase, que parece a primera vista clara, esconde los secretos del mundo, al menos algunos de los más importantes. El libro valía doce euros y solo por aquella frase me pareció barato; hay que decir que conocía al autor. La frase estallaba así: “Las lágrimas caen, la tierra me recobra”, lloro, tengo futuro, ese “me”; lloro, pertenezco a la tierra, lloro y mis lágrimas se plantan en la tierra; lloro y me hago humano. Esta frase se podría pronunciar en todos los idiomas, se podría grabar en las fronteras. Lloro y la tierra me recupera para ella. Lloro y me parezco a ti.

La frase

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