La saga sigue, sigue la saga

En Francia la gente ha tenido el buen gusto de evitar que tomara cuerpo ese peligro de colocar en la presidencia de la República a una personaje que encarna lo peor, dentro de lo malo, de los inventos políticos de las últimas décadas, ese ultraderechismo inmisericorde que a muchos les dio por llamar populismo, quizá los mismos que también aplican ese nombre a los de Pablo Iglesias, para construir un ‘totum revolutum’ que lo líe todo y que de paso perjudique a Podemos más de lo que se merecería por el error de no cooperar en evitar del todo la peste del Frente Nacional. El consuelo sería que esa decisión de Podemos no se habría producido en el caso de que el riesgo de sentar a Le Pen en el trono hubiera sido del todo evidente. Eso se ha evitado y tal cosa tiene más valor que el desplazamiento del mapa de las dos fuerzas políticas tradicionales en Francia, a la derecha y a la izquierda. En nuestras últimas elecciones clamábamos porque PP y PSOE se hubieran deslizado de esa manera hacia abajo, y ahora vemos que eso no era nada si se compara con lo sucedido ahora en la maravillosa Francia.
Más cerca y en las mismas horas vivimos la dimisión fulminadora, que no fulminante, de Esperanza Aguirre ya de todos sus cargos, en unos días aciagos, sí, para los de Rajoy, pero que seguramente superarán como siempre hicieron, quizá utilizando por el presidente la misma técnica archirrepetida de laissez faire, laissez passer, le monde va de lui même. Ayudado seguramente de nuevo por esa fijación del electorado pepero de mirar al cielo a la hora de votar. Iluminados todos tal vez por la convicción de que lo de Aguirre no es nada extraordinario cuando son tantos los que harían lo mismo que quienes la han rodeado, de tener oportunidad para hacerlo. Ahí he querido yo ver el secreto de la infantería pepera desde que comenzó la larga saga de la corrupción infinita acompañada de la indiferencia infinita de muchos de los votantes. Porque la saga sigue, sigue la saga, y aun en las mismas horas y las siguientes de la dimisión aguirrista se ha demostrado con la acusación, implicación, investigación o lo que sea a nuevos personajes del mismo nido como Zaplana, Dancausa y otros santos inocentes.

La saga sigue, sigue la saga

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