Televisiones y hospitales

Resulta que era una elección. Que hospitales y televisiones autonómicas son incompatibles. Que había que decidirse entre el derecho a la atención médica y el derecho a la información.
Lo dice Alberto Fabra, que para la ocasión se viste de responsable confiando en que por las costuras del disfraz no se escape la demagogia. Todo un alarde sensibilidad, de compromiso con la sanidad pública. La que pende de un hilo. Aunque ese es otro tema; ahora toca hablar de que no puede haber dudas entre curar a un niño enfermo y hacer involucionar a los espectadores con el programa heredero de “Tómbola”.
Y claro que no hay forma alguna de que la televisión gane semejante batalla. No quedaría una sola autonómica en España si ese fuese el criterio. Ni muchas otras cosas. Por eso como maniobra de distracción tiene su gracia. Por aquello de que semejante discurso supera todas las barreras éticas imaginables. Pero una vez que conseguimos sacudirnos el estupor lo que nos queda es el hecho de que los que ahora se escudan en la deuda inasumible sin que se les caiga la cara de vergüenza son los mismos que la alimentaron. Ellos y los que les antecedieron en el derroche a manos llenas. Cuando era divertido jugar a tener un altavoz oficial y los delirios de grandeza hacían imaginar grandes corporaciones televisivas capaces de competir con las cadenas privadas.
La gestión de Canal Nou es uno más de los muchos esperpentos de la Comunidad Valenciana. Esos que inevitablemente arrastran a miles a la cola del paro. Ahora, además, abren el debate sobre la necesidad de los canales autonómicos. Intentando convertir en problema lo que no lo es. Y retorcer la realidad. Y de paso, silenciar algunas voces en un momento en el que parece que a los que tienen el poder les resultan más molestas que nunca. Será que han perdido la costumbre de someterse a la crítica pública. O que creían despejado el camino al control absoluto de la información.
Si nos animan a elegir, que no duden de que antes que los despidos de los periodistas preferimos un ERE en los gobiernos que no saben hacer las cuentas.

Televisiones y hospitales

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