O caso é bailar

Aunque uno anda zurrado de conciertos, procuro no perderme las fiestas de mi aldea, Vences, en el fecundo y hermoso valle de Monterrei, en Ourense, ahumado este verano por los incendios provocados por personas “anormales” con intenciones de “difícil” comprensión. Mi aldea está a tiro de piedra de Verín, “a terra das augas mineraes ” y del buen vino con denominación de origen –entre otros muchos atractivos–.
Pero volviendo al motivo de este comentario, mi aldea tiene fama de contratar a las mejores orquestas de Galicia. Este año la Panorama, que desbordó literalmente el campo de la fiesta con miles de personas. Allí estuve el tiempo justo, porque no se podía bailar por la escasez de espacio, observando como el público estaba hipnotizado con los efectos lumínicos y el espectáculo circense-musical que se desarrollaba en un gigantesco escenario.
Un espectáculo con mucho mérito, pero que deja sus dudas –las mías y las de muchos otros ya entrados en años– que aún reconociendo la espectacularidad del show, nos gusta bailar al son “verbenero” más que al ritmo de las radiofórmulas. La polémica esta servida y el “duelo” entre las orquestas espectáculo y las orquestas de baile existe. Se habla de pre grabados, de repertorios “juvenícolas” en el caso de las primeras y de que en vez de espacios para bailar habría que instalar sillas para sentarse y disfrutar más cómodamente de la atracción. Hoy parece importar más las florituras escénicas que el buen hacer de músicos y cantantes…Digo yo que un término medio sería lo más “equitativo”.
Tampoco importa mucho que los cachés de las orquestas espectáculo rocen lo “prohibido” –sus montajes son costosos– para las comisiones de fiestas que buscan dinero en tiempos de recortes, y tienen que sacarlo de la celebración de diferentes actividades y llamando a las puertas de los vecinos –unos dan y otros no– para celebrar las mejores fiestas, para  presumir con orgullo de ellas En Galicia tenemos un amplio abanico de orquestas muy capaces, sean de “espectáculo” o de “baile”… ¡O caso é bailar!, decía un veciño meu, “aínda que sexa con charanga”. ¡Pois eso!

O caso é bailar

Te puede interesar