Bajamar en la Concejalía de Servicios Sociales

La situación de la ciudad es preocupante en todos los sentidos se mire por donde se mire. La Concejalía de Servicios Sociales, que debería ser un ejemplo en los momentos más difíciles es, por desgracia, el paradigma de la zozobra que se cierne sobre A Coruña. Hay un cúmulo de irregularidades en la gestión de Silvia Cameán que la colocan en los límites de lo admisible. 
Sobre su mesa se acumulan los problemas mientras la sensibilidad hace tiempo que se escapó por su ventana. Es la concejala del discurso populista y  sin  palabra electoral. Sus incumplimientos la delatan y son buena prueba de lo que estamos diciendo con la particularidad que los grandes perjudicados son los ciudadanos mas vulnerables que sufren las consecuencias de su desastrosa o más bien no gestión de los servicios sociales.
Vamos camino de dos años de anuncios de programas, de presumir de todo y de no hacer y no lograr nada. La actual concejala de Servicios Sociales recibió un departamento con un equipo profesional y sobradamente preparado. Aquella piña cumplía con su tarea: atendía a las demandas sociales de los coruñeses y se dejaba el corazón en cada paso que daba. Sufría lo que sufría la ciudad y celebraba cada pequeña conquista. De todo aquello  no queda nada. La estructura ha sido desmantelada y los funcionarios se ahogan en lamentos.
Los trabajadores denuncian maltrato institucional. Alertan de presiones. Los centros cívicos padecen el mal de la desorganización y la coacción. Ahora aflora una situación de la que el Partido Popular ya había advertido hace meses. Apretar el cuello de quienes tienen como misión atender a los más frágiles no es una buena idea.
 Después de las denuncias por escrito de los trabajadores sociales  pidiendo amparo a su colegio profesional, son ahora los conserjes de los centros cívicos los siguientes, hasta el momento,  en alzar la voz. Temen ser despedidos. Los supuestos adalides de la estabilidad laboral abren de par en par la puerta de atrás.
Le sacamos los colores al Gobierno local cuando pretendía recortarles el sueldo a las limpiadoras del Ayuntamiento. Amenazaron más tarde con abrir la caja de Pandora de los empleados de la limpieza de los colegios y solo reaccionaron cuando lo denunció el PP. Ahora es el turno de los conserjes de los centros cívicos. Trataremos de impedirlo, pero sospechamos que tampoco esta será la última tropelía.
Mientras, el alcalde está a punto de salirse con la suya en su empeño –desde el minuto cero– de rebajar las partidas presupuestarias de los convenios con las entidades sociales y en especial con aquellas que más significan por su apoyo a los necesitados (quizás para eliminarlos en el futuro), Cáritas, la Cocina Económica, el Banco de Alimentos, el Hogar de Sor Eusebia, el Hogar de Santa Lucía, Padre Rubinos… Ni una triste renta social, ni un rincón para los indigentes en Monte Alto, ni una esperanza para los promotores de Mi Casita. Ni poco ni mucho. Nada de nada. Quizás también pretendan que se vayan debajo de un puente al igual que la solución que proponían para los sin techo.
Con la venia, señor alcalde: esta concejala no está capacitada para gestionar una concejalía de tanta importancia ni para saber dirigir el gran capital humano que la integra ni por supuesto para entender y respaldar el gran trabajo que se ha hecho hasta el día de hoy. Usted lo sabe y tiene la obligación de ponerle remedio. No se olvide de que gobernar supone tomar decisiones, a veces difíciles  y ahora es el momento, aún está a tiempo. Frene la sangría de escándalos que provoca. Es la concejalía fundamental  para iniciar el rescate de A Coruña. En el próximo pleno se lo recordaremos. Tenemos pocas esperanzas de que rectifique . Pero, una vez más, lo intentaremos.
* Miguel Lorenzo es 
concejal del PP

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