EL CONSUMIDOR

Creen ustedes. realmente que los consumidores no tenemos poder? Pues yo creo que sí, basta concienciarnos de ello y actuar en consecuencia. Cada uno de nosotros podemos con nuestro ejemplo diario cambiar o al menos modular determinados comportamientos que calificaríamos de abusivos. Me refiero a la influencia de nuestra forma de consumir en la generación de empleo. Pongamos ejemplos concretos. Si usted. elige ir de viaje por alguna de nuestras autopistas (lo cual de por sí ya es un lujo) cuando llegue al peaje de turno puede optar entre hacer una cola ante un mostrador ocupado por un trabajador de carne y hueso o por el contrario pagar con la tarjeta “pago fácil”. Yo opto por lo primero.
No quiero que la sociedad empresarial de turno gane más dinero que el que podría ganar normalmente. Prefiero que esa parte de la ganancia se dirija a la creación de uno o dos puestos de trabajo más; o a la recuperación de unos puestos de los que ya ha prescindido. Quiero que el destinatario final de parte de esa ganancia, que como consumidor aporto a la empresa, sea para uno de mis vecinos; pues su salario, a su vez, será redistribuido en nuestra comunidad.  
Con nuestra decisión podemos influir en la distribución de la renta. Otro ejemplo lo vemos en los grandes supermercados que han eliminado puestos en sus líneas de caja, invitándonos a que nosotros mismos hagamos gratis el trabajo de otros.
Ya saben lo que tienen que hacer, acudan a otro supermercado -pues oferta no nos falta- que emplee a más personas. Exactamente el mismo fenómeno lo podemos observar en las gasolineras; el empresario de turno prescinde de varios salarios para que el consumidor sea el que le haga ganar más dinero a cuenta de nuestra colaboración. Lo llaman “autoservicio”.
A diferencia de determinada izquierda, no soy partidario de políticas intervencionistas que legalmente prohíban estas prácticas, pues el dirigismo estatal nos lleva siempre a mayores cotas de pobreza; está demostrado.
Lo que digo ,es que el libre mercado lo module el consumidor y no el empresario, que el protagonismo en la toma de decisiones sea nuestro. Cuando los ejecutivos de las grandes empresas perciban que obtendrán más dividendos empleando a más gente, será cuando caerán estas prácticas por si solas.

EL CONSUMIDOR

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