La seductora conspiración

Ante una explicación razonada y vulgar sobre cualquier acontecimiento, y la teoría de una conspiración, resulta más atractiva y la conspiración. Para vulgaridades ya está nuestra vida de ciudadanos de a pie. Y donde esté una reunión de una docena de personas en la que se dictamine nuestro destino, no solo empalidece cualquier otro argumento, sino que es una versión más sugestiva, que ayuda a desteñir nuestras responsabilidades, porque si nuestras equivocaciones o son culpa del gobierno, o de la oposición o del Ibex 35, nos quedamos en paz consigo mismo por muchas gilipolleces con la que estropeemos nuestra vida familiar, social y profesional.
La elección de Sánchez como secretario general no fue debida a la reunión de conspiradores, sino a que a Susana Díaz le pareció mejor candidato que Madina, y los socialistas andaluces le dieron su voto. Y el descabalgamiento ha estado motivado porque llevan dos elecciones generales y unas autonómicas perdiendo millones de votos, y, en lugar de cambiar de rumbo, el excapitán se empecinaba en sostenella y no enmendalla, con lo que iba a conseguir: que Podemos le adelantara en diputados y que el PP rozara la mayoría absoluta. Y los votos que controla Díaz, añadidos a otros, sumaron en esta ocasión a la contra. Comprendo que es verosímil, lógico y monótono, pero creer que los señores del Ibex 35 son una piña es de ignorantes, porque entre ellos hay tantas amistades como odios. Y suponer que levantan el teléfono y se pone a sus órdenes Felipe González, o conjeturar que levanta el teléfono Felipe González y cualquier barón se cuadra, es poseer un desconocimiento inquietante sobre la realidad. Por fortuna, las sociedades cuentan con muchos factores de influencia. Intentar controlar la mayoría de ellos para forzar acontecimientos es difícil, porque los factores son tan variables como el tiempo meteorológico. 

 

La seductora conspiración

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