LA INJUSTICIA DE LA JUSTICIA LENTA

Según la UE en España nuestros jueces tardan 289 días en resolver litigios civiles o comerciales. Y tampoco tenemos derecho a solicitar la copa de Campeones en Lentitud, porque nos mojan la oreja países como Italia (500 días) o Portugal (más de 400 días). Seguro que, enseguida, el político emergente que hay de guardia dirá que hay pocos jueces y que no invertimos dinero en ese estrato de la Administración. Y tampoco es cierto porque seamos de los país de la UE que más gastamos en la Administración de Justicia, porque justamente somos de los que más invertimos en ese capítulo, los terceros si seguimos la clasificación de Bruselas.
Nuestro problema estriba en que los juzgados se han convertido en el ambulatorio al que se acude por un catarro que puede curarse con remedios caseros, o en el servicio de urgencias al que se acude por un dolor de muelas.
Ignoro si es cierto que la vida política está judicializada, pero lo está la vida civil. Basta que el tendedero del piso de encima escurra demasiada agua hacia el balcón inferior para que la tontería acabe en los juzgados. Y, luego está el abuso de la Administración y de las grandes empresas. Estas recurren de manera automática aunque sus asesores legales les digan que el caso está perdido. Y en la Administración, como al político no le cuestan nada, los abogados del Estado recurren con toda irracionalidad, amparados, encima en que sus bienes son inembargables. No son necesarios más jueces, sino una sociedad juiciosa.

LA INJUSTICIA DE LA JUSTICIA LENTA

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