Las auto nuestras

En el no tan lejano año de 2011, cuando los españoles se apretaban el cinturón y el recibo de la luz era una pesadilla en millones de hogares, las autonomías gastaron más de 1.700 millones en política exterior, encabezando el gasto el País Vasco, Cataluña y Andalucía. Resulta irritante que, en un Estado que se había salvado de la quiebra por los pelos, parte de ese Estado, que ya tiene Ministerio de Asuntos Exteriores y embajadas oficiales, se dedicara a derrochar dinero en relaciones exteriores de más que dudosa rentabilidad.
No menos sorprendente es que desde 2007 las autonomías hayan creado más de 34.000 empleos, a pesar de que con la boca pequeña decía que cerraban empresas públicas y se apretaban el cinturón. Resulta de un cinismo casi enternecedor, porque las autonomías, en realidad las autononuestras, son víctimas de su propia bulimia, de ese voraz apetito de competencias que, luego, no pueden sufragar, porque la ineficacia y la falta de racionalización se les come con la burocracia.
Tengo deseos de que el PSOE arregle sus problemas, y junto con Ciudadanos y el PP, ponga un poco de atención en esta irracionalidad administrativa, en este desorden que sólo se compensa subiendo los impuestos gracias a ese zote de la Economía que se llama Montoro, y que está llevando a cabo un desguace de la clase media, que es un preludio básico que conduce a los objetivos de una buena revolución con sangre y ruina a partes iguales. No bromeo. Como no bromea la Agencia Tributaria, persiguiendo a cualquiera que destaque un poco, que trabaje algo más, porque las tarifas autonómicas tienen que mantener un poder absurdo que les permita nombrar de gerente del hospital a un amigo o a un conmilitón. O sea, el disparate en sesión continua. 

Las auto nuestras

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