Operación Gurtel

La Policía la nombró germánica por aquello de hacerla fiable. La pudo llamar correa, más castizo, pero pronunciada en español suena a cabo suelto, y ellos no querían dejarlos. Además, si dicen, estamos inmersos en la operación Correa, podría llegar a oídos de algún político del partido PP, y preguntarse, ¿no será la nuestra? Porque Correa parece ser que era la ídem de transmisión de las comisiones del partido en Valencia y Madrid. Y en último caso, el “perro” que llevaba y trae, y falta al final de la ella, aunque sea el único que está. Pero si dicen estamos investigando una trama que se llama Gurtel, hasta el mismo Bárcenas sonreiría confiado, y es que suena a cerveza.
Correa, visto en la distancia del papel o la distanciada imagen de las televisiones, parece el perfil del esencial votante del PP; barba de cristo elegante, gomina de ser recién babado, moreno de solárium y traje de sastre de barrio. Bien podría haber sido sacado del costado de Bárcenas, o que este se lo sacó y donó al Partido clavado de un madero de comisiones.
La verdad es que no me imagino a Rajoy diciéndole “aguanta, Correa”, pese a la frágil anatomía del tal, más de poeta del XIX que de ese mítico ser del “Marca” que adora Rajoy. Se lo pidió a Barcenas porque lo percibía “nocillero”, puro michelín.  Pero Correa es correoso como la negociación en la mordida. Un tipo duro, y lo sabe. Más le vale, porque es la soga que lo ahoga. ¿O quizás no?

Operación Gurtel

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