La infanta y el infante

Como se lo cuento, a la infanta le han hecho un “robao” mientras declaraba. La policía busca al culpable. Hay que dar ejemplo. El que no se ha dado. Y no es que quiera ver a doña Cristina en prisión, no soportaría el sofocón de tener que reinsertarla. Y es que hemos gastado un dinero en educarla. ¡Desde el parvulario!, ¡oiga! ¡Y su bachiller! ¡Y su trabajo en la Fundación la Caixa!
Bien es cierto que si no se enteró, mal, la educamos para que se enterará. Y sino peor, porque debió denunciarlo. Y para colmo de males el “fanticidio” nos ha llevado al infanticidio, si reconocemos a la víctima como “l’enfant terrible” del periodismo. Hablo del director de “El Mundo” destituido por esa culpa y, es el sino del caso, indemnizado con millones de euros. Ya sé que además de Pedro y J., es Ramírez, pero hablar de decenas de millones llama al escándalo, y es que si el periódico da pérdidas, si no puede sostener la nómina de “mileuristas” ¿de dónde ese pastón? Es cierto que él no es “Público”, ni de “El País”, ni aún de “La Razón”.  Él es de “El Mundo”, pero ni por esas, que hay mucha hambre en esa boca.
¡Por Dios, Pedro!, ¡qué eras el jefe de la indignación! ¡Qué con algo así te hacías tú una cuantas portadas de tronío! ¡Qué nos estamos quedando sin referentes y solo con preferentes! En fin, que nos gastamos una capital en hacer de ellos hombres y mujeres de provecho y al final eructan groseros en la mesa y no nos queda sino exclamar, ¡qué aproveche!

La infanta y el infante

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