ADÁN Y EVO

El daguerrotipo en que se ve al presidente de Bolivia entregando al Papa el horror, en lo estético, de una cruz con forma de hoz y martillo, recorrió ayer la bífida espina de las redes de masas, erizándola. 
Hasta ahí nada que objetar, la lógica del ahorro dicta al gobernante no gastarse una fortuna en un regalo para un hombre cuyo reino no es de este mundo sino del Vaticano. 
El sabor amargo de la noticia está en que el “aplastacristos” nace en lo intelectual de una frase de esas que uno cree que le viene a la boca y repite a modo de muletilla, solo porque sin tener sentido alguno da sentido a un discurso de esa misma naturaleza. Me refiero a esa que dice “Cristo, el primer comunista”. Frase capitel y columna de todo desbarre “filoteologicoideológico”.  Una frase que no resiste análisis que atienda a los dictados de la razón. Un aforismo ideológico del que pensamos que no tiene ni agallas ni ganas de  dañar a nadie. Una inocencia más de una sociedad rica. Hasta que un día descubres que el respresentante de un pueblo se la regala al comercial de un cielo, en el guiño de un agravio con desagravio que a ambos parece complacer.
  La iglesia pone a Cristo allí donde puede, por qué no bajo la sombra de esa absurda simbología que da sentido al quehacer gobernante de Evo. No me duele, en verdad, tanto ese dios como esos hombres ofendidos en la foto fija de una estupidez que, como se ve, no la carga el diablo sino los estúpidos.

ADÁN Y EVO

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