Y ahora la película

Hagamos historia: primero nos contaron el cuento de que baja el paro, hay brotes verdes, ya salimos del túnel. El parte oficial proclamaba, muy ufano, que se habían conseguido todos los objetivos y que el Gobierno está muy satisfecho.
La respuesta inmediata nace en las calles y plazas de España rebosando ciudadanos, mareas dicen, contestando “nosotros no”. Y es que, ante el cuento, están las cuentas: un millón ochocientas mil familias malviven sin ningún ingreso. El sesenta por ciento de los parados se quedarán a lo largo del año sin subsidio. El déficit de la Seguridad Social alcanza los ocho mil millones de euros. Las dos terceras partes de los empleos generados en el mes de marzo son temporales y precarios. Además, los trabajadores se empobrecen cada vez más por los bajos salarios. El treinta por ciento de los niños españoles pasan hambre. Al mismo tiempo el Gobierno anuncia el rescate de las autopistas, después de rescatar a los bancos y al tiempo que limitaba en un treinta por ciento las ayudas a las ONG tanto locales como regionales y nacionales.
Y del vídeo, ¿qué podemos contarles? Tiene de protagonistas unos muebles. Se trata de un trabajo rápido cuando el asunto merece una película. En este filme, después de los rótulos, aparece una nevera vacía y su explicación, a través de una voz en off, que nos cuenta: cada vez más ciudadanos pasan hambre. El piso está vacío. Sin duda otro desahucio. Uno entre los trescientos mil que citan las estadísticas. Una caja de caudales vacía, la demostración de que el dinero emigró a Suiza.
La película acaba con otra voz en off que reflexiona “si no quieres vivir un futuro como estos dos largos años, piénsalo cuando florezca mayo”. Recuerda que a estos solo los suyos los echarán de menos.
Y mientras esto pasa en el cine, ¿qué pasa en la calle? Según los periódicos, la Xunta conocía la presencia de arsénico en el suministro de agua en una aldea ourensana y que Aquagest ocultaba. En Compostela el caso “Pokémon” suma docenas de imputados, mientras el presidente de los populares no mueve una ceja. El Parlamento gallego figura entre los menos trasparentes de todo el Estado.
Efectivamente: la realidad supera a la ficción. No hace falta ir al cine, ver la tele o el vídeo. Llega con salir a la calle.

Y ahora la película

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